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Venezuela es un país que perdió el norte y no me refiero únicamente al área económica o política, es un cáncer que se instaló en los más recónditos lugares del alma nacional, al sustituir los valores que guían la conducta de las personas por los antivalores. La pérdida de principios y valores hace que en todas partes se asientan la corrupción, pues según el filósofo español José Antonio Marina “hay mucho miedo y la gente está muy a la defensiva” y ello lleva a que se alteren sus prioridades y se piense que el único valor importante es el económico.
La corrupción, que luce desatada, no es más que ese sentimiento que se apodera de todo el que tenga conexión con el Gobierno nacional, porque no se está seguro de la solidez de un régimen que hace agua por todas partes, ante una eventual pérdida de las elecciones parlamentarias que posicionaría a la oposición para establecer las disposiciones de la Carta Magna hasta ahora alterada por leyes inconstitucionales.
Dos ejemplos significativos: el 20/10 se presentó el presupuesto 2016 y no se dieron cifras de inflación, ni estimado de tipo de cambio ni se dijo en cuánto podía estar el crecimiento (o decrecimiento) económico. Sin esas cifras no se puede saber lo que está pensando o esperando el Gobierno en materia económica, pero no haberlas revelado nos dice que no quieren que las sepamos. Y eso es, en sí mismo, una confesión (Ángel Alayón, octubre 2015).
El otro ejemplo lo ofrece The World Street Journal quien recientemente alertó que las autoridades estadounidenses investigan la posibilidad de que el expresidente de PDVSA, Rafael Ramírez, y otras personas claves del chavismo, utilizaron a la empresa estatal para saquear miles de millones de dólares del país sudamericano. El problema fundamental sería la falta de controles financieros adecuados que dificulta detectar operaciones fraudulentas dicen exfuncionarios de PDVSA.
Las universidades nacionales pese a su buen hacer no son ajenas a estas prácticas rapaces y cada vez más se observa un quiebre moral por lo que se sigue un control. Si se observa un caso positivo, inmediatamente se inicia la lección alentadora con sustento en los valores y principios que nos distinguen. Se hace fundamental la recuperación de los principios y valores que definen el compromiso institucional para reafirmar la obligación de la institución que permitirá rescatar el liderazgo social y académico. El manifestar con orgullo la dependencia académica que representamos.