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Dentro de la funeraria Mansión Apostólica, en la calle 78 entre avenida 35 y 37, se aglomeraron 200 dolientes. Querían despedirse de un héroe, amigo, compañero, hijo, hermano, valiente. Al oficial agregado Onelis Enrique Hinestroza Pereira (29), adscrito al Equipo de Respuesta Especial de la Policía regional, lo mató, el pasado lunes, José Ignacio Febres Martínez (22), alias el “Joche”, uno de los sicarios de la banda Los Meleán luego de rescatar a un ama de casa y a sus dos bebés, en la urbanización Richmond, parroquia Manuel Dagnino de Maracaibo.
Los funcionarios de los distintos cuerpos de seguridad custodiaban la capilla, donde reposaba el féretro de Hinestroza. Sus compañeros de brigada, en sus uniformes de campaña, servían de celadores del ataúd. A su alrededor, todos observaban y esperaban el momento de la partida de los restos hasta el cementerio Jardines La Chinita.
El gobernador Francisco Arias Cárdenas arribó ayer, a las 11.00 de la mañana, junto a su esposa, Margarita Padrón de Arias. Querían acompañar a los Hinestroza en su dolor. En los últimos meses, el funcionario sirvió como custodio en la Residencia Oficial.
Cuando el reloj marcó las 12.12 del mediodía, unos oficiales sacaron unas 30 coronas de flores y las acomodaron sobre el carro fúnebre. Minutos después se escuchó del interior de la capilla un grito: “Onelvis, mi bebé. ¡Ay, mi loquito! ¡Dios mío, Onelvis!”, repetía Carmen Pereira, madre del efectivo. Una joven hacía esfuerzos en vano para consolarla con abrazos.
Diez oficiales cargaron el féretro de madera sobre sus hombros y lo trasladaron hasta el interior del carro. Mientras lo levantaban, ninguno pudo detener sus lágrimas. Los uniformados con chalecos y armas largas, con rostros endurecidos dejaron escapar el llanto. El dolor por el caído se hizo colectivo.
La caravana partió. Los motorizados de la Policía regional, las camionetas blancas de la Policía científica y municipal escoltaron a Onelvis hasta su última morada.
La despedida final
Las sirenas de las patrullas acabaron a la 1.12 de la tarde con el silencio del cementerio. Bajo dos toldos blancos y sobre una mesa acomodaron la urna. Carmen Pereira se tumbó sobre ella. Empuñaba con sus manos una camisa, roja de cuadros. A su lado estaban Onelis Hinestroza, su esposo, y el resto de sus hijos.
Una voz citó una frase del libertador Simón Bolívar y, posteriormente, sonó el Himno Nacional y del estado Zulia. Todos los uniformados se mantuvieron firmes. Uno de los cuatro oficiales a cargo de la seguridad del féretro no contuvo su sentimiento, su rostro perdió su serenidad y lloró.
A Onelvis lo condecoraron. Tras la lectura del decreto 1453, le otorgaron la Orden del Lago de Maracaibo en su primera clase post mortem. El reconocimiento lo entregó el gobernador y su esposa a la familia Hinestroza. Hubo palabras de consuelo, abrazos y palmadas en el hombro.
Seguidamente, le otorgaron a través la lectura de la resolución 001 el ascenso de oficial agregado a oficial jefe, luego de perder la vida en cumplimiento de su deber. No hubo aplausos, no hubo palabras, solo lágrimas y abrazos. Minutos después, retiraron la bandera del estado Zulia que reposaba sobre la urna y la entregaron a los familiares.
Antes de darle la última despedida, Arias Cárdenas profesó sus condolencias: “Onelis tiene para nosotros el significado del ejemplo, valor, dignidad. Yo no tengo ninguna duda de que estamos frente a un héroe. Va a ser luz y bendición para todos nosotros. Dios lo tenga en la gloria”. Tres detonaciones retumbaron en honor a un oficial entregado a su trabajo.
Sin pistas
Tirso Meleán, líder de la banda con la que operaba el “Joche” y uno de los dueños del búnker en la Richmond, lanzó sus amenazas y desapareció. Los cuerpos de seguridad aún investigan la procedencia del audio y el número desde donde se envió. Las pistas son pocas. Su escondite aún es un secreto.
La Policía científica anunció que custodiará hasta nuevo aviso la residencia de “Antonito” Meleán. El objetivo es evitar que se esconda algún otro azote en la casa, detalló un funcionario.