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Este valioso instrumento es precisamente el que no pueden ver ni en pintura todos cuantos dictadores, tiranos, caudillos totalitaristas y hegemónicos del mundo. Por ello en nuestra sufrida patria está siendo incentivada una represión en abierta violación de la mencionada Declaración Universal de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, que fuera acogida y aprobada por unanimidad el 10 de Diciembre de 1948 en la ONU como un ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse.
La Declaración tiene sus raíces y fundamentos básicos anclados en la Declaración del Hombre y del Ciudadano aparecida como fruto de la Revolución Francesa. Sus estatutos articulan la estructura principal de las garantías constitucionales de todas las Cartas Magnas de países verdaderamente libres y democráticos. De hecho, para determinar si un régimen es o no democrático, lo único que hay que hacer es verificar su comportamiento a la luz del contenido de la Declaración del Hombre y del Ciudadano.
Como instrumento protector de Derechos Naturales, inalienables y sagrados del hombre, la Declaración en su artículo 2 señala textualmente: “La finalidad de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre. Tales derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión.” A simple vista se destaca como estos derechos son frecuentemente pisoteados por el Socialismo del Siglo XXI (Neo-comunismo a la cubana) en Venezuela. Acá las libertades sistemáticamente son inculcadas, la propiedad privada confiscada y saqueada, la seguridad es pura apatía ante el crimen, la corrupción, impunidad y falta de Estado de Derecho; mientras que un Derecho Natural tan importante como la resistencia a la opresión, es cruelmente reprimido con resultados sangrientos en extremo crueles y desmedidos por parte de las fuerzas militares y policiales que sostienen a la tiranía del régimen madurista. En Venezuela se reprime al abusarse del ciudadano y vivimos en un país convertido en colonia cubana saturado de incertidumbre, podredumbre moral, escasez, sufrimiento y ausencia total de paz y de seguridad.
Como se puede apreciar, resistirse a la opresión de manera pacífica, es un genuino acto democrático, amparado por la Carta Magna de todo país libre.
Los jóvenes que hoy manifiestan contra la dictadura reinante en el país les asisten legítimos derechos constitucionales estatuidos en el Artículo 350 de la Carta Magna vigente: “El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticas o menoscabe los Derechos Humanos”. El régimen madurista está incurso en todos esos abusos!.