El
La oposición debe inferir al pueblo -dependiente y desposeído- el temor a morir de hambre. Aplicar una estrategia eficaz contra el control alimentario y monetario; hacerles saber que la idea es salir de la miseria y no que se les mantenga.
Su discurso, ha sido o ingenuo o vacío de contenido efervescente, el oficialismo lo sabe. El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), llegó al poder con un discurso que ofrecía mejores condiciones de vida; acabar con la corrupción; luchar contra un Gobierno que supuestamente mantenía a un pueblo ignorante y hambriento toda acción o proceso económico, buscando mejoras fiscales para invertirlo en obras sociales o económicas e incluso, contra la lucha subversiva y terrorista, que en el otrora gobierno emprendía; los “socialistas” se lo presentaban al pueblo como un calvario del cual le sacarían.
Un discurso sin mordazas, al que consideraban como juicio de valores, donde se debatía algo más que la simple libertad y los derechos del pueblo, sobre las bases mismas de existencia como nación civilizada y democrática. No obstante ese discurso tan noble, resultó un guiso demagógico, emitido con morbosa insistencia y espíritu nazi, convirtiendo la vida del ciudadano, no en un calvario, como presentaban la gestión de la IV República –chovinismo- sino en un infierno.
El discurso de la oposición debe tener el mismo espíritu agresivo del Gobierno. Fundado en hechos, incluso nacionalistas, con el fin de denunciar la verdadera razón de la miseria y el terror que ha padecido por 18 años el pueblo venezolano, incluyendo la injerencia cubana. No precisamente del pueblo cubano, que ha padecido 58 años la tiranía castrocomunista, sino de la elite militar y su órgano nefasto y cruel, “el G2 cubano”.
“Si el Gobierno viola los derechos del pueblo, la protesta es el más sagrado de los derechos y el más imperioso de los deberes.” Entonces, ¿cómo justificar a un tirano en el poder, el que llegó con la supuesta voluntad del pueblo y ahora viola traidoramente con leyes a su conveniencia e imponiendo una revolución que el pueblo no quiere ni entiende?. ¿Cómo llamar revolucionario un gobierno donde se conjugan seres, ideas y métodos retrógrados contra la vida pública?. ¿Cómo considerar jurídicamente válido a un Tribunal que no defiende la Constitución Nacional?. ¿Con qué derecho envía a la cárcel a ciudadanos que protestan por la libertad de su patria?. ¡Esto es contrario a la verdadera justicia!.