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El Gobierno agobiado por la acelerada escalada del precio del dólar paralelo, anuncia que el mismo no puede tenerse como referencia definitiva para el desempeño de la economía y la fijación del precio de los bienes. Como ya es harto conocida la versión oficial, cada vez que se ve obligado a desmentir o rebatir cualquier hecho público que afecta la vida del país y del cual no tienen el control, emiten una declaración creyendo que eso es suficiente para enfrentar el problema de que se trate y en consecuencia se produzca la solución que el Gobierno aspira. Con ello se desdibuja la realidad que se vive en la calle.
El sistema cambiario de administración de divisas ha venido de fracaso en fracaso y se constituyó en el generador de un mercado especulativo, al promover la existencia del dólar paralelo. El Gobierno cree que con las importaciones que realiza o aquellas que hace el sector privado a dólar preferencial, no debe haber especulación, ni tampoco repercutir en el alto costo de la vida. El Gobierno no tiene control real de la economía ni del desempeño de la actividad comercial.
Todo producto, sean alimentos o de cualquier naturaleza, una vez que salen en manos de los compradores de supermercados o expendios supervisados por el aparato represivo del Gobierno, entre el 35 y 40 por ciento de eso, va a para al bachaqueo y contrabando y ese porcentaje incide en todo el proceso económico, porque esos productos son comercializados a la tasa especulativa del dólar paralelo, de tal forma que toda esa distorsión del proceso económico con la política impuesta de controles, en la inocultable escasez de dólares que tiene el Gobierno y en el sostenimiento de un control de cambio, que es una burla para el 80 por ciento de la población que no tiene acceso al mismo, se constituyen en una fuente que estimula la subida del dólar paralelo, por cuanto quienes necesitan de esa moneda para uso personal y comercial lo buscan en ese mercado a como se lo vendan. Las infelices declaraciones del Gobierno vienen a ser un saludo a la bandera.