El dulce mal que nos está matando

 

La “calle” mostró que a pesar de cientos de muertos la dictadura no va a ceder. Ahora el abstencionismo ha crecido con ese “yo no voto más”. Estamos aislados en nuestra desesperación sin saber qué hacer

Una dictadura exitosa que en dos décadas ha ido implantando el modelo comunista sin necesidad de paredón, logró vencer mediante estrategias maquiavélicas muy bien planificadas, a una oposición con amplia mayoría y que contaba con el rechazo popular a Maduro (80 por ciento). Con un sinnúmero de trácalas camufladas, los chavistas lograron ganar las gobernaciones, dentro de un mes ganarán las alcaldías y en 2018 la presidencia, para así culminar con el control absoluto de todas las áreas del Estado.

A través de la táctica de “divide y vencerás” el chavismo consiguió que la MUD se pulverizara en cientos de opciones sin la menor oportunidad de triunfo, mientras que el PSUV se mantiene incólume. Siguiéndole el juego al chavismo dejamos a un lado el fraude y la emprendimos contra los abstencionistas, los partidos y sus dirigentes hasta caer en el limbo político. El enemigo de mi enemigo es mi amigo decía Maquiavelo. 

Nos quedamos sin armas de lucha, sólo llenos de impotencia, frustración y angustia. La “calle” mostró que a pesar de cientos de muertos la dictadura no va a ceder. Ahora el abstencionismo ha crecido con ese “yo no voto más”. Estamos aislados en nuestra desesperación sin saber qué hacer.

Excepto por los comerciantes que pueden transferir la inflación a sus productos, el resto de la clase media no puede mantenerse con sus entradas regulares y tiene que recurrir a los dólares de reserva o a la inmigración. Los profesionales, técnicos y trabajadores manuales están huyendo y lo seguirán haciendo. 

Y ese 60 por ciento de obreros que eran ayudantes de algo, trabajadores domésticos, jardineros, buhoneros, asalariados de sueldo mínimo, han abandonado sus antiguos trabajos para dedicarse al bachaqueo de alimentos, medicinas, gasolina; a vender puestos en las colas, a robar cables, estatuas, medidores de agua y de gas o cualquier cosa. Nunca antes les había entrado tanto dinero.

Pero es dinero inorgánico producto de las importaciones que traerá más inflación y más hambre. Paradójicamente, a mayor hambruna, más espacio para que el chantaje chavista triunfe mediante los CLAP, misiones y otros antiguos espejitos, sin que nadie se percate del dulce mal que los está matando. Frente a la desesperanza solo queda la unión. Que oiga quien tiene oídos…

 

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