¿Qué
No me cabe la menor duda que en nuestro país, a raíz de la supresión de la asignatura Moral y Cívica del pénsum de estudios, en los liceos; además del Manual de Carreño, eliminado mucho antes; la sociedad quedó huérfana de la formación en principios y valores humanos introducidos eficazmente a principios de la etapa democrática por un Estado responsable y emulados, tempranamente, por las corrientes religiosas que participan en la educación y por otras corrientes del pensamiento humano.
Los valores cívicos son principios de vital importancia para la sociedad. Pero, ¿qué ocurre cuando dichos valores sean trastocados y desviados por el camino contrario? Simplemente se produce el vil engaño a la sociedad; lo digno se transforma en ruindad; la honradez en inmoralidad; la libertad en tiranía; el patriotismo en patriotería; la obediencia en una fachada acomodaticia, convertida en insubordinación a lo legal y lícito; la pulcritud en desidia.
Los valores éticos se clasifican, considerando el nivel de mayor a menor incidencia social, en éticos públicos o civiles, y de valores éticos privados o personales. Justicia y bien son los valores fundamentales o básicos, todos los otros valores éticos no son sino concreciones de estos, como los públicos o cívicos: igualdad, libertad, solidaridad, tolerancia o respeto activo, disposición al diálogo, respeto a la naturaleza y paz; privados o personales: amistad, autenticidad, felicidad, placer, ternura, creatividad y profesionalidad.
En una actitud revolucionaria, su autenticidad deriva de la capacidad de crear un hombre comprometido con lo axiológico para visualizar en su acción un trabajo fecundo, sin revanchismo y sin ser cómplices de quienes rodean su entorno en actividades ilícitas. El difunto y ahora el engendro heredero son prueba fehaciente de ausencia absoluta de valores; los casos del juez Aponte Aponte en utilizar tramoyas leguleyéricas para detener a Manuel Rosales y luego el juicio a Leopoldo y decenas de estudiantes, como lo acaba de declarar nada más y nada menos que el fiscal que llevaba su causa, confirma lo que hemos venido denunciando desde hace tiempo, estamos en presencia de un “régimen forajido”. Esas gestiones generaron un daño terrible a la sociedad; corrompieron el estamento militar, y la institucionalizaron en la FGR, TSJ, como filosofía de acción, así como a todos los demás poderes del Estado.