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El hombre contemporáneo para preservar su subsistencia y la sociedad, se sirve del lenguaje, de la política, de la justicia, de la producción y de lo científico-técnico; pero para ello, debe valerse de una óptima preparación ética. Es por ello que el lenguaje y la política merecen preocupada atención. Karl Kraus decía: “Cuando una sociedad se corrompe lo primero que se gangrena es el lenguaje”. La política –que se sirva del buen uso del lenguaje, del cumplimiento cabal de la ley, del respeto a los DDHH, de los factores de producción y de las buenas acciones– es producto de la lucha que libran los hombres para que la sociedad no se corrompa ni llegue a la guerra. Si quienes gobiernan, no escuchan los reclamos de la población, la sobrecarga de impotencia, le inyecta odio y la activa hacia la violencia.
Por otro lado, el sufragio es uno de los principales factores de la democracia. La cual se ejerce, mediante el respeto por cada voto emitido y por la concluyente decisión de la voluntad popular, como clara muestra de la aceptación del otro, del distinto. La democracia, es y será, si se lucha permanentemente por las libertades políticas, sociales y económicas. De su facultad crítica nace la lucha en contra de la arbitrariedad y la usurpación, para asegurar desde el presente, futuros promisores.
Maduro reprime a la población manifestante, a sus líderes ya los medios de comunicación social porque intenta apagar la mirada perspicaz y callar la voz temible de la verdad. Lo hace para ocultar sus excesos y el fraude. Pero, a pesar de todo, no logra impedir que la mayoría de la gente, asevere que el Alto Gobierno, el TSJ y el CNE completaron la violación de los preceptos constitucionales y el fraude urdido en las elecciones, de la muy rechazada, ANC.
En medio del rechazo generalizado, de una abstención del 88 por ciento, y del inocultable fraude electoral, Maduro impone, inconstitucionalmente, a su Asamblea Nacional Constituyente (ANC). La monta sobre falsas expectativas, la plantea como panacea para la paz y la prosperidad, mientras tiende trampas y roba espacios políticos a la oposición, bajo la amenaza de llenar más las cárceles de presos políticos.
Es decir, con esta espuria la ANC, pretende institucionalizar la represión, la exclusión y el Estado totalitario. Pero todos los pueblos saben que el fraude y el abuso no legitiman. Si la ANC es producto de lo ilegal, del fraude y de la arbitrariedad, sus actos serán, nulos de toda nulidad.