La terminología del armario y los años de invisibilidad parecen haberse reducido en la calle pero no en el campo de fútbol. Quizás el mayor caldo de cultivo de la homofobia. Los cánticos en referencia a la condición sexual de los jugadores inundan cada semana los campos de fútbol. Justin Fashanu, primer futbolista en declarar su orientación sexual estando en activo, recibió insultos homófobos. Los gritos racistas en los estadios suelen ser castigados con multas económicas
En el fútbol profesional no hay jugadores homosexuales. Al menos que se sepa. Los numerosos cánticos homófobos como símbolo de desprecio e inferioridad y las reiterada declaraciones de futbolistas y entrenadores que niegan o rechazan dicha realidad en el deporte rey, son suficientes para que la existencia de futbolistas gays, siga siendo un secreto. La terminología del armario y los años de invisibilidad parecen haberse reducido en la calle pero no en el campo de fútbol. Quizás el mayor caldo de cultivo de la homofobia.
Los cánticos en referencia a la condición sexual de los jugadores inundan cada semana los campos de fútbol. Justin Fashanu, primer futbolista en declarar su orientación sexual estando en activo, recibió insultos homófobos, el desprecio por parte de sus compañeros y una demanda por acoso sexual que nunca pudo ser probada. Sin embargo la presión pudo con él.
Se han hecho campañas contra el racismo, la xenofobia o la violencia en el fútbol pero escasean aquellas que luchan contra la homofobia. Los gritos racistas en los estadios suelen ser castigados con multas económicas, algo no tan frecuente cuando estos cánticos hacen referencia a la homosexualidad.
En otras disciplinas, la ‘salida del armario’ de deportistas parece más frecuente. Sin embargo el revuelo que causan estas declaraciones, demuestran que todavía no está normalizado. El nadador Ian Thorpe, Orlando Cruz o Jason Collins son algunos de los profesionales que decidieron dar el paso. La dificultad reside en el miedo a la falta de patrocinadores o de equipo y el rechazo. Pero pueden más las ganas de ser libres. Además, la existencia de referentes, pone más fácil el camino para que otros se sumen y que la normalidad reine en las canchas.
Iván Rakitic declaraba en 2012 en una entrevista “no quiero a ‘esa gente’ (en alusión a los gays) en el vestuario, (…) prefiero no tenerlos en mi vida”, aclarando que respetaba a los homosexuales. Sin entender que el respeto va más allá de las palabras, que si molesta compartir habitación con un gay por el simple hecho de serlo, es homofobia en estado puro.