El pueblo venezolano y sus dirigentes honestos, estamos deseosos del despertar de la conciencia unida de los venezolanos, de esos volcanes que den un vuelco histórico favorable en favor del sufrido pueblo venezolano, porque el hambre no espera, desespera
“Hay quienes buscan el equilibrio en la cima, sabiendo que hay mucho viento allí arriba que le puede hacer caer al abismo”. Paulo Coelho
Yo no tenía idea de la generalizada actitud de la gente de no querer cambiar de opinión a pesar de las evidencias de su equivocación. Quizás sea porque a mí me parece tan sencillo admitir que estoy equivocado, a pesar de la defensa apasionada de mi posición, cuando otros argumentan en contrario y me convenzo de sus razones y de que sus elementos de juicio tienen mayor sustento que los míos, los cuales permiten la toma de decisiones más asertivas. La terquedad y la soberbia son defectos que causan muchos problemas en la vida cotidiana, más aún si se está en posiciones de alta responsabilidad o de poder, cuyas decisiones, no bien pensadas, afectan a una gran cantidad de personas.
Insistir en una posición, a veces absurda, solamente por sobreestimación de su propio conocimiento, por capricho o por deseos de imposición de su “verdad”, para que se reconozca su autoridad, o peor aún, por defender teorías conceptualmente caducas, resulta fatal, por sus nefastas consecuencias, como lo reconocemos en el caso venezolano. Esas actitudes magnificadas por los culpables de la quiebra moral y material del país, le dan mayor fortaleza a la sentencia de Teodoro Petkoff, que expresa que “solo los estúpidos no cambian de opinión”. Esa frase, por cierto, es el título de un libro del periodista Alonso Moleiro, que se reeditó por estos días donde se recogen sus conversaciones con el controvertido líder.
Hay que tener “sangre de horchata” como se dice en nuestro país, para hacer una nueva visita impertinente al presidente de Rusia, sin aviso previo, con el argumento de presentar su desesperado “plan de recuperación económica de la patria”, los cuales recalan con tozudez increíble en las arenas movedizas de la corrupción, inmediatamente después de haber recibido las manifestaciones de desprecio del pueblo y Parlamento mexicanos, en su vergonzosa asistencia a la toma de posesión de ese otro cultor de la demagogia y del populismo de izquierda, que es el nuevo presidente de México.
El daño sufrido por más de 30 millones de venezolanos, no debería admitir posturas del tipo que estamos comentando, ante la terca realidad del desastre humanitario como resultado de la imposición sistemática y porfiada de políticas públicas desacertadas, insustentables y comprobadamente distorsionantes de la vida económica y social del país. Solo el mundano y perverso interés de unos cuantos apátridas, que mancillan el gentilicio venezolano al acometer el mayor asalto de la historia a una nación en los tiempos modernos, la rapaz actitud de unas cuantas naciones que ven la oportunidad para acrecentar sus riquezas, y los lentos y pesados movimientos de algunos organismos internacionales, han hecho posible la reedición de la odisea, y del holocausto judío que estamos padeciendo los venezolanos. Solo faltan los hornos de cremación porque los cantos de sirenas continúan.
Si bien las placas tectónicas de la historia se mueven a un ritmo frenético, los volcanes siguen en su mayoría dormidos, como lo expresara Harari. El pueblo venezolano y sus dirigentes honestos, estamos deseosos del despertar de la conciencia unida de los venezolanos, de esos volcanes que den un vuelco histórico favorable en favor del sufrido pueblo venezolano, porque el hambre no espera, desespera.