El extremo del deterioro social se evidencia cuando la derecha y el Estado, los utilizan ante la evidente cobardía de sus actores, pues son astutos y bellacos, pero no valientes
Cuando nos atrevimos a clasificar el hampa en Venezuela en tres categorías, fuimos obligados por la realidad a tal afirmación. Al efecto hemos dicho que ésta se manifiesta de la forma siguiente: hampa de Estado: Corrupción administrativa era la denominación asignada a los actos en los cuales funcionarios públicos entre sí o en combinación con particulares, cometían actos lesivos contra el patrimonio público en contrataciones, prestaciones de servicios, transacciones mercantiles, etc. Esa conducta delictual, fue expandiéndose hasta llegar a la presente escala en la cual la conducta delictiva traspasa el orden jurídico hacia el delito común, llámese narcotráfico, fraudes, apropiaciones indebidas, crimen, etc., debe concluirse que del acto corrupto se llegó a cualquier tipo de delito, pero todo dentro de la conformación administrativa del poder y asociado con otras clases de hampa.
Hampa de derecha: Esta es quizás la más organizada, pues se constituye con empresarios que tengan relación con el Estado, bien como socios del hampa de Estado, como “asesores” o simplemente como sobornadores. Esa hampa de derecha, ha proporcionado e instruido a los oficialistas corruptos, en la técnica de defraudar, delinquir, sustraer, lavar e invertir el patrimonio de la nación y darle visos de legalidad, colocando lo robado en los llamados paraísos fiscales o en inversiones nacionales o extranjeras.
Hampa de izquierda: Constituida por parte del lumpen social, emerge de la pobreza y la injusticia, del desamparo de la infancia, de la paternidad y maternidad irresponsable y delictiva. Irrespetados como seres humanos desde su nacimiento, a nadie respetan. Y en tal sentido, asumen consciencia de clase social, porque de hecho lo viven y sienten así: “Somos el hampa” advierten cuando accionan su conducta delictiva.
La sensación de poder en todas las hampas citadas, es más perdurable en el hampa de izquierda, su osadía y temeridad, la pagan con su vida o su libertad. Se procuran impunidad sobornando al sistema, si no hay dinero, van a pagar en la cárcel su condición de delincuente pobre. El extremo del deterioro social se evidencia cuando la derecha y el Estado, los utilizan ante la evidente cobardía de sus actores, pues son astutos y bellacos, pero no valientes y los arreglos con los cabecillas del hampa de izquierda se vuelven cortejos temblorosos, solicitando acciones que deban pagar y los beneficia. Por ello esta hampa de izquierda crece y adquiere poder social determinante, hecho que todo el mundo conoce. Encopetados, clase media y humildes siempre buscan o tienen “un contacto” para resolver sus problemas.