El matrimonio se debe aceptar o saber acatar y practicar como un bien humanitario; una necesidad genuina del mundo civilizado, donde se hacen valer los derechos en común y no de uno solo; las labores del hogar no son obligación “natural” de la mujer, son obligaciones comunes para contemplarse en verdades absolutas: “amor”, bienestar
El hogar y el “matrimonio” además de ser un vínculo social y humanitario con espíritu de afinidad, empatía y amor, es un mundo de compatibilidad entre lo bello y lo bueno. En eso se basa su estética y su valor.
No es solamente la unión de personas de diferente género para comulgar, copular en función de engendrar y procrear al individuo humano en pro de su sostén eterno en la faz de la tierra, sino para compartir en armonía la vida cotidiana, y con motivo de mantener un desenvolvimiento óptimo donde prive la solidaridad, y por ende, el bienestar desde el seno de la sociedad, siendo su núcleo principal la familia.
En consecuencia, fortificar la existencia humana en su núcleo social, donde cada miembro de pareja disfrute homogéneamente sus derechos. En un matrimonio sano, se ayuda en las labores, y, se comparten actividades. Dentro de su autonomía sentimental y de proceder en el hogar, ninguno de los cónyuges debería exigir ayuda para mantener un ambiente saludable e higiénico.
Una esposa o esposo necesita un compañero con quien compartir, un esposo consciente de la condición de hogar, limpia porque vive en la casa, igualmente, como se alimenta en la casa y comparte con su esposa, prepara alimentos con ella, comparte el aseo (lavado) de los enseres de la mesa, comparte la responsabilidad en el cuido de sus niños, lava y arregla sus vestidos, de los niños y de su esposa.
En este sentido el matrimonio se debe aceptar o saber acatar y practicar como un bien humanitario, una necesidad genuina del mundo civilizado, donde se hacen valer los derechos en común y no de uno solo; las labores del hogar no son obligación “natural” de la mujer, son obligaciones comunes para contemplarse en verdades absolutas: “amor”, bienestar, etc.
Nada del hogar se arregla por sí solo, todo lo que involucra las gracias del hogar tiene un ente que le desarrolla, este es la solidaridad de la pareja y sus integrantes. Hijos e hijas deben recibir tal estímulo en su educación para el bien familiar y social.
El matrimonio es un modo de vida, esposos o esposas no son invitados de la casa, no son invitados en un hogar, son sus constituyentes, son compañeros de vida, compañeros que comparten en armonía y paz la responsabilidad de enseñar a sus hijos e hijas el valor del compañerismo, y de la familia.