El ingente deber de los musulmanes

La religión musulmana o Islám enseña a sus seguidores el deber de cultivar la paz y el entendimiento y en el Libro Sagrado Corán en ninguna parte se lee que el Profeta Mahoma haya exhortado a nadie que sean violentos, ni mucho menos la práctica del terrorismo

La religión musulmana o Islám enseña a sus seguidores el deber de cultivar la paz y el entendimiento y en el Libro Sagrado Corán en ninguna parte se lee que el Profeta Mahoma haya exhortado a nadie que sean violentos, ni mucho menos la práctica del terrorismo. En entregas pasadas habíamos señalado que la torcedura del término Yihad, se debía a una extrema interpretación del sagrado deber de lucha de todo musulmán para la defensa de su religión y el nombre del Profeta Mahoma contra las descalificaciones e insultos. Gracias a ese abuso, se ven hoy en día tantos atentados criminales y la destrucción masiva de vidas inocentes y de propiedades. Los más perjudicados por tales irracionales actos de los fanáticos fundamentalistas, han resultado ser los mismos musulmanes, a quienes con toda la mala intención del mundo o por ignorancia, se les asocia indisolublemente con los terroristas. Esto no es ni verdad ni justo, pues la inmensa mayoría de los que profesan la religión islámica son gente buena y enemiga del terrorismo como método de hacer política.

En ese orden de ideas, ¿qué deberían hacer los musulmanes para ponerle coto a la amenaza del terrorismo? La respuesta es sencilla, aunque muy laboriosa: Desde los púlpitos de las mezquitas, en las asambleas de ciudadanos, escuelas o “madrasas”, seminarios y afín, los muftis e imames, a los cuatro vientos deben proceder en sus homilías a desenmascarar la ideología radical fundamentalista de los falsos yijadistas que asumieron in-extenso la interpretación del sagrado deber de Yihad para la defensa del Islám, convirtiéndolo en una acción militar de retaliación, venganzas y desquite por las tantas injusticias, abusos y atropellos sufridos a lo largo de los últimos siglos de parte de los imperios del mundo occidental. De igual modo -y es el punto central en todo esto-, aclarar que no es cierto ni se corresponde con la verdad el que el Corán le tiene prometido a los suicidas terroristas un premio por sus acciones criminales en un cielo lleno de vírgenes huríes y de delicias si se martirizan. Todo lo contrario, el Corán es muy explícito al exhortar a los fieles en varias de las “suras”, que un atentado de tal naturaleza es un hecho altamente condenable y merecedor de gravísimas penas eternas en el infierno, sobre todo, cuando se mate a ancianos, niños y mujeres. 

Más claro no canta un gallo, como se dice en criollo, de modo que se torna muy necesario desenmascarar el engaño y la manipulación de aquellos que pretenden imponer sus falsos dogmas religiosos con el fin de alcanzar el poder y de mantenerlo, cometiendo crímenes y abusos supuestamente en nombre de un Dios que es amoroso, bondadoso y justo, que condena el asesinato de inocentes. La tarea es larga y harto difícil, pero los responsables del Islám tienen el deber ineludible de asumirla intensamente y de manera firme desde ya, cueste lo que cueste! 

Visited 3 times, 1 visit(s) today