El insustancial mundo del chavismo

La época de estudiosos pensadores, estadistas, profesionales formados y especialistas, dio paso a la improvisación, al discurso insustancial, a la pobreza de conceptos, al insulto, al pensamiento devaluado

Los derechos humanos, la justicia, la democracia, la libertad, la honestidad, son conceptos que han desaparecido del discurso oficial venezolano. Han sido sustituidos por el cinismo, la mentira, la corrupción, la vulgaridad, la agresividad y las balas.

Las ideas, los valores, el esfuerzo personal, han sufrido un ataque inclemente en sus raíces y sustituidos por el ventajismo, la trampa, el delito, el autoritarismo y el carnet de la patria. La época de estudiosos pensadores, estadistas, profesionales formados y especialistas, dio paso a la improvisación, al discurso insustancial, a la pobreza de conceptos, al insulto, al pensamiento devaluado. Con Chávez y Maduro el mundo de las ideas y el de las soluciones correctas desapareció, para darle paso al imperio de la improvisación, a los slogans, a la consigna, la componenda y la falta de opinión.

Venezuela parecía condenada a la indigencia intelectual, el chavismo era el reino de la aceptación de la mediocridad y de la manipulación. Mucho “pensador” justificaba la aceptación de esa realidad, inclusive acusando de intransigente al que reaccionaba con energía, al que no se doblegaba ante el proceso de descomposición que se instalaba.

Que no es una dictadura, …que yo soy artista y no me mezclo en política, …que estoy obligado a ceder ante el Gobierno para proteger mi empresa… ¿Cuánta gente permaneció muda por largos años? ¿Cuánta gente creyó que la cosa no era con ellos?

El país perdió sus políticos, los de antes se fueron inhibiendo, existía un sentimiento de culpabilidad, otros se pusieron viejos o se retiraron, parecía que el miedo o el cálculo eran los parámetros de la actuación, los que tenían ese nivel dentro del PSUV fueron sustituidos por agentes del partido. Pocas voces, sobretodo solitarias, se levantaron desde el principio, personas que anteponían el bien común al suyo particular, gente que asumió riesgos, con sentido de la historia.

Existe una Venezuela como algunos candidatos “sectoriales”, mamarrachos chavistas o como aquel personaje que exhibió orgulloso su ineptitud deportiva, el recordado esquiador venezolano, que pasará a la posteridad, como el peor esquiador del mundo, en una competencia internacional. Esa generación que no se rinde, que busca poder construir y no vivir de limosnas, una juventud que grita: “Nos podrán quitar la libertad, pero jamás la idea, la visión y la convicción de transformar este país”.

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