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El gobierno dictatorial de Marcos Pérez Jiménez, lamentable episodio de la historia venezolana, se parece mucho al actual bodrio revolucionario iniciado en Venezuela por Hugo Chávez Frías, y exacerbado, por Nicolás Maduro, un hombre sin mayores conocimientos, sin estudios formales, pero que fue capaz de ocupar la presidencia de la AN, ser designado Canciller de la República, y finalmente, Presidente porque así se lo pidió Chávez al pueblo en trance de muerte..
Lógicamente que dentro de toda esta rémora de civilidad, no podía faltar la corruptela que permitió tanto al dictador como a los principales colaboradores del régimen, amasar grandes fortunas mediante la contratación fraudulenta de obras de infraestructura para dar la apariencia de desarrollo y progreso en la dos principales ciudades del país, mientras el resto de la provincia nadaba en carencias de todo tipo.
Las diferencias entre ese brutal régimen y el actual son pocas. La mal llamada revolución bolivariana, en afrenta al Libertador, si algo ha hecho en 18 años es abusar del poder, violar derechos humanos, estimular la corrupción, poner de rodillas a la justicia para colocarla al servicio del régimen, desconocer la institucionalidad del país, y lo peor, arruinar a Venezuela llevando a toda la nación a la peor crisis que recuerde un país en América.
En tiempos de Pérez Jiménez, los militares estaban corrompidos e iban de la mano con el dictador. Pero ante el desastre que ya no se podía ocultar, surgió un hombre que era del séquito cercano al déspota, llevado a los altos grados de la Marina de guerra venezolana de la mano de Pérez Jiménez y designado Jefe de la Armada, el vicealmirante Wolfang Larrazábal, que obligó al dictador a abandonar el cargo y le permitió huir del país en un avión conocido como la “vaca sagrada”.
Este régimen disoluto y corrupto sólo se sostiene en pie por el apoyo de la Fuerza Armada, porque sustento popular no tiene. Haber ganado elecciones de gobernadores y municipales no significa que el gobierno de Maduro cuenta con el apoyo popular, pues los estudios de opinión pública revelan que un 75 por ciento o más de la población venezolana lo rechazan y responsabilizan del desastre que vive Venezuela.
Sólo la abstención del pueblo por su desconfianza hacia el CNE y su decepción con algunas de las actuaciones de la MUD, hizo posible que los resultados de esos comicios de alguna manera favorecieron al régimen. La FAN está obligada hacer respetar la democracia, y sus instituciones. Hace falta un Larrazábal en la Fuerza Armada.