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Una de los mensajes en los que insiste el gobierno desde su aparato comunicacional, es en “El Legado” especialmente se lo menciona cuando se hace referencia al difunto ex presidente Chávez. Apela maduro y sus acólitos a unos teóricos avances logrados durante la “Revolución”, especialmente alegan grandes logros en materia social.
Lamentablemente la realidad contrasta con la propaganda oficialista, y lejos de poder enorgullecernos de las mejoras entre la población, nos angustiamos con las alarmantes cifras que se conocen, en donde el hambre toma terreno y permea cada día más a lo largo de la geografía nacional.
La realidad que trata de ocultar la tiranía es que mes a mes aumenta el número de venezolanos afectados por la desnutrición, lamentablemente muchos actores dentro del campo democrático se prestan a este encubrimiento centrando su atención en diatribas políticas internas. Es el deber de los llamados líderes de la Alternativa democrática centrar la agenda de debate en este, y otros temas que son la prioridad entre la población.
En un reciente informe de Cáritas, institución que goza de prestigio y reconocimiento internacional (recordemos que desde 2011 el gobierno paralizó la publicación de cifras oficiales en distintos temas), se revela que 4,5 millones de venezolanos como solo una vez al día, así mismo se destaca que 300 mil niños se encuentran en riesgo de morir por desnutrición. Detrás de esas dantescas cifras están los rostros de niños tendidos en una cama agonizantes, familias enteras compartiendo un plato como única comida del día. Esa terrible verdad es la razón principal para luchar por un cambio.
Rómulo Betancourt dijo “yo llegué a la concepción democrática como una reacción contra la injusticia económica y social”, así todos los demócratas que seguimos esa senda, y que luchamos por la libertad, la separación de poderes, la votación universal, directa y secreta; debemos tener como centro la justicia social y la prosperidad económica de los ciudadanos, convencidos de que la democracia es el sistema que logrará esas metas.
En un país donde el 80% de los habitantes come dos veces al día, los líderes políticos deben centrar su trabajo, su discurso y su accionar en el tema más apremiante para los ciudadanos: el hambre. Ese es el legado de miseria de esta tiranía, y cambiar esa realidad es nuestro deber histórico.