Recordamos
Somos un país que viene de regreso de los diálogos o de los intentos de tenerlos, más bien. En casi dos décadas del Gobierno que se autodefine como revolucionario, se nos han ido cerca de tres lustros intentando tender un puente que sirva para encontrar soluciones a una sociedad cada vez más fracturada y justamente, está en puertas otro encuentro con este fin. Encuentro que, desde que fue anunciado, cuenta con la descalificación de un sector de la ciudadanía y eso es entendible, con el sumario que antecede.
Para quienes desconfían, no sin razones, de este nuevo intento de acercamiento, que sin duda trae a la mente fallidas diligencias anteriores, recordamos que Julio Borges, presidente de la AN, vocero y representante de las fuerzas alternativas democráticas en el eventual encuentro, advirtió en que un diálogo formal con el Gobierno solo será posible si se cumplen las condiciones planteadas por la oposición y si hay acompañamiento internacional.
“Reitero a Venezuela y al mundo que hoy no hay diálogo y no lo habrá hasta que se cumplan condiciones expuestas en el comunicado” de la Mesa de la Unidad Democrática, escribió Borges en la red social Twitter.
El diputado del Parlamento venezolano, Luis Florido, atribuyó por su parte a “la presión nacional e internacional” que el Gobierno accediera a negociar. Dijo: “Se ha visto forzado por la comunidad internacional que está con el pueblo de Venezuela. Llegó la hora de acciones concretas que terminen en una solución electoral. Exigimos el restablecimiento del voto, esto incluye convocatoria a elecciones presidenciales con observación internacional”.
Capriles dijo también que para un diálogo debe estar el Vaticano, la ONU, los gobiernos democráticos con peso e importancia en el mundo con una agenda clara y con garantías.
Le apostamos entonces al diálogo como un instrumento de la política, y a la política como la disciplina que nos puede conducir al logro de los más elevados objetivos de la colectividad, intentando atajar en el camino cuanto daño sea posible.
Si bien un diálogo es una posibilidad abierta, tampoco se ha concretado. Y si el canal de entendimiento no puede ni debe cerrarse, tampoco es posible renunciar a un marco mínimo alrededor del cual sentarse.
El duro momento venezolano es conocido por todos gracias al esfuerzo ciudadano de protesta y denuncia. Si el diálogo se da como consecuencia de este proceso, puede ser el paso que falta, la solución a este punto muerto que hoy vivimos.