Quien
El pacto quedó establecido entre una persona y el diablo. La persona ofrecería su alma a cambio de favores diabólicos poderosos; suelen incluir: la eterna juventud, el conocimiento, las riquezas, el amor o el poder. Este trato es muy peligroso, pues, el precio de tales favores es la condenación eterna del alma. Los que realizan pactos con el diablo o satán, prometen a cambio sacrificios muchas veces “antinatura” o la realización de “aquelarres”.
El futuro de alguien que pacte con el diablo no es muy alentador, pues conoce con certeza que deberá sufrir eternamente en el infierno; esto hace pensar como alguien a sabiendas que su destino final es el Averno, puede pactar por tan solo unos años de “felicidad”. Quien vende su alma a satán es víctima de su propia debilidad y ambición, y no vacila para lograr sus deseos en vender su alma, sin importarle las consecuencias, sabiendo que en algún momento tendrá que pagar su deuda.
Así que terminan perdiendo todo y condenando su ser; destruyendo su vida y todo lo que más amaba. El precio de vender el alma es muy alto; el comprador es implacable y paciente para cobrar y devora a sus víctimas. La tentación es grande, pero el precio a pagar nunca es barato. A muchos, por necesidades humanas, nos ha tocado en la vida estar cerca de la tentación diabólica; la ambición por el dinero, por el poder y la ausencia de factores axiológicos nos convierte en “carne de cañón” para alcanzarlo. Una sociedad donde no brille la luz del sol y la presencia de Dios sea el utilitarismo y el maniqueísmo, conduce ineluctablemente a sus integrantes a llegar a vender su alma y a pactar con el diablo o satán.
El régimen está conformado, por sus acciones diabólicas, de personas que han pactado con el diablo: los militares de “alto rango” por dinero, y poder, han dejado la institucionalidad constitucional para dedicarse a la política, sin importarle su rol en la sociedad. En lo Judicial ocurre lo mismo, con el agravante de violar la dignidad y los derechos humanos, vg la sentencia contra el sobrino del Libertador: Leopoldo López y de otros por ausencia descarada de un Estado de derecho. Todos han vendido su alma, han pactado con el diablo o satán. La justicia divina es el verdadero Tribunal; Nunca satán en “cualquiera de sus presentaciones” ha podido ni podrá con la fuerza de Dios.