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Todo ha cambiado. La conducta que como ciudadanos tuvimos frente a los gobiernos democráticos no es la misma en estos tiempos. Desde 1998, escuchamos un discurso sobre el cual se ha sustentado un proyecto político cuyo único objetivo es controlar de forma indefinida el poder, e implantar una pobreza general en la población.
El discurso opositor ha perdido en esa parte mayoritaria de la población la audiencia que había logrado con éxito hasta el 2015, que se materializó con el triunfo de la elección de Asamblea Nacional. El desempeño opositor (MUD) está divorciado de la realidad que vemos en la calle, con una población políticamente controlada, que espera que el Gobierno le llene el estómago, le de trabajo y le aumente con dinero sin ningún valor sus salarios, haciéndolos cada vez ciudadanos más sometidos y dependientes. La oposición debe diseñar un nuevo mensaje y una conducta confiable y creíble, lejos de la actitud socarrona y encubierta, que sólo sirve para sembrar desconfianza y confundir al elector. En otras palabras, hay que hablarles claro a los venezolanos.
El país donde los ciudadanos cambiaban gobiernos cada cinco años dejó de existir. Las nuevas generaciones han emigrado, después de haber recibido, tenido y asimilado condiciones de vida y desarrollo realizables. Aquí quedarán los que materialmente no se puedan ir. Frente a esa verdad se afinca una camarilla dispuesta a mantener el control férreo y absoluto de la voluntad de los venezolanos, impedida y sin recursos para reaccionar, la cual con su mano pedigüeña extendida espera las dádivas: los CLAP, Carnet de la Patria y bonos para saciar un hambre inducida por el hambreador.
La dirigencia partidista opositora tiene, por razones existenciales de comportamiento, que impulsar un cambio de mentalidad en el elector que sea viable. No se le puede pedir a un pueblo hambriento que le muerda la mano al que con intención deliberada, le da de comer para someterlo, y menos hacerlo sentir culpable de su desgracia. Todos debemos comer juntos y al lado de ese pueblo.
Estamos en Navidad, la que recibiremos con optimismo a pesar de todo. El próximo año será más difícil. A nuestros más allegados amigos, expresamos nuestro deseo por la paz y la felicidad: Arquímedes Rodríguez, Albino Hernández, Humberto Morales, Cnel. Iván Antonio Medina, a mi hijo Diego, mis nietas Hanna y Valeria junto a su esposa Sandra, en Madrid, y a toda “MI gente”, anónimos pero fieles. ¡Feliz Navidad!.