El papa Francisco descarta una eventual dimisión, que califica de “hipótesis lejana” que solo se produciría por “un impedimento físico grave”, aunque dice que cuando ha sido hospitalizado algunos en el Vaticano estaban “más interesados en la política, en hacer campaña electoral, pensando casi en un nuevo cónclave”.
“Es cierto que el Vaticano es la última monarquía absoluta de Europa, y que aquí se producen a menudo razonamientos y maniobras cortesanas, pero estos patrones deben abandonarse definitivamente”, señala en Vida. Mi historia a través de la historia, la autobiografía que se publicará la próxima semana, pero que adelanta este jueves el Corriere della sera.
El diario italiano publica extractos del libro escrito por el Papa, de 88 años, con el vaticanista y su amigo personal Fabio Marchese, en el que repasa su vida, desde su infancia hasta la actualidad, y comenta grandes momentos históricos, desde los bombardeos nucleares en Hiroshima y Nagasaki o el golpe militar en Argentina hasta la pandemia.
“Creo que el ministerio petrino es ad vitam y, por tanto, no veo condiciones para una dimisión. Las cosas cambiarían si se produjera un impedimento físico grave, y en ese caso ya firmé al inicio del pontificado la carta con la renuncia que está depositada en la Secretaría de Estado. Si esto sucediera, no me llamaría Papa emérito, sino simplemente Obispo emérito de Roma, y me trasladaría a Santa María la Mayor para volver a ser confesor”, dice.
“Pero esta es una hipótesis lejana, porque realmente no tengo motivos tan serios para pensar en una renuncia. Alguien, a lo largo de los años, tal vez ha esperado que tarde o temprano, quizás después de una hospitalización, hiciera un anuncio de este tipo, pero no existe tal riesgo: gracias al Señor, gozo de buena salud”, añade.
Sobre los ataques que ha recibido dice que le ha dolido el de que estaba “destruyendo el papado”: En el cónclave de 2013 “había un gran deseo de cambiar las cosas, de abandonar ciertas actitudes que desgraciadamente todavía hoy luchan por desaparecer. Siempre hay quienes intentan frenar las reformas, quienes querrían permanecer inmóviles en la época del papa-rey”.
Primera lengua materna
Francisco habla de sus abuelos y de que el piamontés, dialecto del norte italiano, fue su “primera lengua materna”, de cómo su familia escapó de un naufragio en el que murieron 300 migrantes a principios del siglo XX o de las películas y canciones italianas que siempre le han acompañado.
También opina sobre temas como el aborto, los vientres de alquiler o la acogida de los homosexuales en la Iglesia, mientras se refiere a su relación con su antecesor, Benedicto XVI y habla de Diego Maradona, Leo Messi y de su pasión por el fútbol.
Pero del golpe militar en Argentina, cuando escondió a tres seminaristas, que le ayudaron “a acoger a otros jóvenes en riesgo como ellos, al menos una veintena en dos años” y de su papel en la liberación de dos jesuitas expulsados por la compañía y secuestrados por el régimen.
“Fue un genocidio generacional”, dice el Papa, que añade: “Las acusaciones contra mí han continuado hasta hace poco. Fue la venganza de algunos que sabían cuánto me oponía a esas atrocidades”.
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