Miles
El papa Francisco llegó el domingo a Ecuador, en su primera parada de una gira Sudamericana que incluye a Bolivia y Paraguay y en la que se espera que ofrezca un mensaje de solidaridad con los pobres de la región.
Miles de personas que esperaban en las calles del norte quiteño el paso del papa, junto a voluntarios de la iglesia y policías, lanzaron gritos de entusiasmo cuando el avión de Francisco tocó tierra a las 14.44 horas (1944 GMT).
La capital ecuatoriana está virtualmente paralizada con almacenes y comercios cerrados.
“Ecuador será el primer país que visita el papa donde va a hablar su idioma. El papa es de nuestra idiosincrasia y tenemos la alegría que nos entregará su mensaje maravilloso, pedimos la devoción, mucha devoción para estar en todas las actividades religiosas”, dijo a The Associated Press el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Fausto Trávez.
El papa llegará a un Ecuador que ha sido escenario casi a diario de protestas en contra de las políticas y el estilo del presidente Rafael Correa, incluso hasta el jueves en la noche.
En los últimos días, sin embargo, se ha producido una evidente calma que ha reemplazado el ambiente crispado entre la oposición y el gobierno.
Fomentar el diálogo
El papa Francisco instó hoy a los ecuatorianos a fomentar el diálogo y la participación sin exclusiones en su discurso en el aeropuerto de Quito, primera etapa del viaje que le llevará también a Bolivia y Paraguay.
Tras citar a algunos santos del país, Francisco instó al país “a afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencias, fomentando el dialogo y la participación sin exclusiones para que los logros en progreso y desarrollo que se están consiguiendo garanticen un futuro mejor para todos”.
Y aseguró al presidente de Ecuador, Rafael Correa, que para todo ello “podrá contar con el compromiso y la colaboración de la Iglesia”.
Tras escuchar el discurso de Correa, Francisco también exhortó a poner “una especial atención en nuestros hermanos frágiles y en las minorías más vulnerables”, que son “la deuda de América Latina”.
El pontífice comenzó su alocución en el aeropuerto “Mariscal Sucre” agradeciendo a Dios que le haya permitido haber podido regresar a América Latina y estar hoy aquí “en esta hermosa tierra de Ecuador”.
“Siento alegría y gratitud al ver la calurosa bienvenida que me brindan en una muestra del carácter acogedor que tan bien define a las gentes de esta noble Nación”, agregó.
Y aplaudió cómo el “pueblo ecuatoriano se ha puesto de pie con dignidad”.
Recordó además como en pasado había ya visitado en distintas ocasiones “por motivos pastorales” el país y señaló como también en este viaje llega como “testigo de la misericordia de Dios y de la fe en Jesucristo”.
Una fe, destacó, “que durante siglos ha modelado la identidad de ese pueblo y dado tan buenos frutos” y citó a Santa Mariana de Jesús, el santo hermano Miguel Febres, santa Narcisa de Jesús o la beata Mercedes de Jesús Molina, beatificada en Guayaquil hace 30 años durante la visita del papa Juan Pablo II.
“Ellos vivieron la fe con intensidad y entusiasmo y practicando la misericordia contribuyeron, desde distintos ámbitos a mejorar la sociedad ecuatoriana de su tiempo”, dijo el pontífice y fue entonces cuándo animó a los ecuatorianos a seguir su ejemplo.
Francisco confesó que comienza “con ilusión y esperanza” los días que tiene por delante.
Explicó cómo en Ecuador “está en el punto más cercano al espacio exterior: es el Chimborazo, el lugar más cercano al sol, a la luna y a las estrellas” y entonces dijo “que los cristianos identifican a Jesucristo con el sol y a la luna con la Iglesia” y deseó que “en estos días se haga más evidente a todos la cercanía del sol que nace de lo alto”.
“Desde aquí quiero abrazar el Ecuador entero”, exclamó.
Y auguró al pueblo ecuatoriano: “que desde la cima del Chimborazo, hasta las costas del pacífico, desde la selva amazónica, hasta las Islas Galápagos nunca pierdan la capacidad de dar gracias a Dios por lo que hizo y hace por ustedes, la capacidad de proteger lo pequeño y lo sencillo, de cuidar de sus hijos y ancianos, de confiar en la juventud y de maravillarse por la nobleza de su gente y la belleza singular de su país”.
“Su país es un paraíso”, agregó, al referirse al discurso que hizo Correa.
Francisco terminó su discurso desando que “el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María, a quienes Ecuador ha sido consagrado, derramen sobre ustedes su gracia y su bendición”.