El peligroso tsunami de la rebelión 

El pueblo está a punto de convertirse en masa incontenible, y la masa de pueblo, que lleva el dolor y la frustración de todos los tiempos, pierde el control y se hace desmedida

¡El pueblo tiene hambre! Recibe el pago de 50 % de aumento, y enseguida la inflación sube, sube. “En un dos por tres” el dinero se vuelve “sal y agua”. En pocos días de haber recibido la paga, ya no hay para echarle a las ollas. ¡No hay qué comer! ¡Hay hambre hereje! 40 mil 638 bolívares de salario mínimo, más 63 mil 720 bolívares del cestatique no pueden con la carga inflacionaria. Ese total de 104 mil 358 bolívares es un placebo, es pólvora esotérica, es un «mientras tanto». Esto sin contar la espantosa situación de los que están sin empleo. Por esto y mucho más urge cambio político. Hay que salir de esta escandalosa crisis político-económica, con que la revolución -material y espiritualmente- destruye a la heroica Venezuela.

¡El pueblo tiene hambre! Y encima de todo, padece la tortura del fracaso revolucionario. Acaso, ¿las largas y extenuantes colas bajo las lluvias y el quemante sol del trópico, el calarse los maltratos de las policías, la Guardia Nacional, los asaltos continuos de la delincuencia y la desesperación de no encontrar alimentos, no es tortura? El Gobierno que tortura, reprime y apresa a los líderes, ataca de manera directa e indirecta, al pueblo. Maduro agrede y ultraja al liderazgo que hace oposición. Sí, mientras la corrupción y la delincuencia organizada se soslayan en brazos de la impunidad, Maduro persigue a la disidencia, siembra a los líderes de la población de falsos positivos, les suspende el Estado de derecho y los apresa ejecutivamente. Actúa así, para silenciar a la gente y ejercer gobierno bajo la ilegalidad, en flagrante violación de los DDHH y de la Constitución. 

Maduro está despertando contra él, a la madre de todas las iras. El pueblo está a punto de convertirse en masa incontenible, y la masa de pueblo que lleva el dolor y la frustración de todos los tiempos, pierde el control, y se hace desmedida. Si no hay cambio de liderazgo ni esperanza que vislumbre o resuelva sus inquietudes y necesidades, la masa se torna sorda e indetenible. Porque si un gobernante, torpemente reprime y apresa al liderazgo emergente, desconcierta a la masa y condena el futuro del país. 

Maduro parece ignorar que la injusticia y el hambre provocada por malos gobiernos empuja victoriosamente a los pueblos a romper los muros de contención, y en un santiamén, todo el poder abusivo y espurio de estos, desaparece. El hambre, la injusticia y la cruda represión son reactivos que aceleran al peligroso tsunami de la rebelión. 

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