domingo, diciembre 22, 2024
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El pequeño Juan cambia de moroda en un ataúd blanco

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Los familiares y los amigos lloraron desconsolados. (Fotos: Yu00e9ssica Gonzu00e1lez)

Al estudiante de ocho años le atravesó una bala perdida la cabeza mientras jugaba con su hermano en una bicicleta en el municipio Lagunillas. La salud del sobreviviente sigue comprometida. Esperan 72 horas para saber si la operación fue un éxito. El proyectil le perforó un pulmón y las arterias

“No quiero dejar a mi niño aquí”, repetía una y otra vez Yéssica Piña, madre de Juan Alejandro Flores, de ocho años, cuando llegó al cementerio Santa Lucía de Ciudad Ojeda para sepultar, en un ataúd blanco, al tercero de sus cinco hijos. 

La vida del pequeño Juan terminó cuando un proyectil de escopeta le destrozó su cabeza la noche del pasado 25 de diciembre, mientras jugaba con su hermano el frente de su casa en el sector Campo Lara del municipio Lagunillas.  Su pariente, Yordani Flores, de 14 años, sobrevivió al ataque, pero su condición de salud es delicada. 

El disparo salió del arma que manipulaban el “Diablo y el “Guabina” en una casa vecina, presuntamente en medio de una riña, pero el proyectil alcanzó a los niños que paseaban con el regalo de Navidad de un primo.  La historia la cuentan los familiares, pero no la creen.  “Queremos pensar que esto es un mal sueño. Aun no aceptamos lo que nos está pasando”, dijo una tía a las afueras del campo santo. A la mujer la ahogaban las lágrimas.

Juan llegó a su última morada dentro un ataúd blanco luego de un servicio cristiano en su hogar.  Coronas de flores y el llanto desconsolado de quienes lo despedían denotaba el dolor por la trágica pérdida.  El pequeño no atendió el llamado de su hermano mayor “de no dormirse”, cuando juntos iban malheridos en la ambulancia que los llevaba al Hospital de Ciudad Ojeda. 

Juan Alejandro era un “niño feliz y conocido de la palabra de Dios” por pertenecer a una iglesia cristiana.  “Obediente y travieso como cualquier otro niño de su edad.  Buen estudiante, sabíamos que teníamos que reforzarlo en la lectura, pero muy aplicado. Esto es un dolor muy fuerte, pero nuestra fortaleza viene de Dios, eso es lo que no podemos olvidar”, manifestó Juan Flores, padre de las víctimas.    

El tercero de cinco hermanos disfrutaba de jugar con sus amigos de la Unidad Educativa Campo Lara, donde cursaba tercer grado y con sus hermanos y primos.  Era aficionado de todos los deportes.  “Cariñoso, respetuoso y soñador”, dijo un tío.  

Aferrado a la vida

Yordani Flores, hermano de 14 años, también herido en el lugar, está en la unidad de cuidados intensivos del hospital Universitario.  Sus doctores aseguran que “esta aferrado a la vida”.  Permanece inconsciente luego de ser intervenido quirúrgicamente. Esperan por las 72 horas de rigor post operatorio.  Su estado es delicado.  La bala atravesó su espalda, perforo un pulmón y daño una arteria, antes de llegar hasta la cabeza de su hermanito Juan Alejandro.   

Los responsables de la tragedia que embarga la vida de los Flores son el “Diablo” y el “Guabina, quienes manipularon el arma de fuego en la casa vecina.  Ambos están plenamente identificados, pero prófugos de la justicia.  Son conocidos como temibles azotes de barrio. Son los líderes de las bandas de roba motos y venta de drogas de la zona rural de la localidad. La Policía esta tras sus pasos. 

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