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Lo que puede parecer imposible, Deynis Luque lo ha conseguido. El coreógrafo zuliano es el único bailarín sordomudo en Venezuela que mantiene vivo el arte de la danza. Tímido, inquieto pero con una apariencia para no pasar desapercibido por la gente, por su cuidado aspecto, actualmente se desempeña como uno de los profesores del departamento de danza de la Universidad del Zulia (Danzaluz) y tiene en su haber numerosos montajes y reconocimientos por su trabajo.
Dispuesto siempre a dar a conocer su condición pero sobre todo sus éxitos profesionales, a pesar de una discapacidad que tiene desde su nacimiento, conversó con La Verdad, mediante un traductor. «En el 2006 fue el inicio de mi carrera en una compañía profesional. Danzaluz, a pesar de ser una agrupación donde sus miembros son oyentes, me dio la oportunidad de ingresar y desarrollar mi arte, mi pasión que es el baile”.
Sin barreras
Para el “no existen los límites”. Aunque carece de herramientas para comunicarse, explora otras alternativas para lograr una relación efectiva con sus alumnos y compañeros. “La manera de comunicarme es, en su mayoría, visual. Cuando voy a enseñarles algo, lo hago yo primero, o lo grabo en video, para que ellos lo copien y puedan hacerlo. No uso la música en el montaje. Primero monto la coreografía, como me lo imagino, y después le digo a un experto cómo quiero que sea la música y él se encarga de eso. Yo no puedo escuchar pero sí sé lo que es la rítmica y puedo sentirla, es un proceso en conjunto, no estoy solo en esto”.
Deynis es licenciado en Educación, mención Desarrollo Cultural, profesor de lenguaje de señas en un colectivo venezolano, fotógrafo y diseñador de modas. Su sueño siempre fue ser un gran bailarín y a sus 34 años afirma que lo ha conseguido. Para él la danza “es una vía de escape” y le encantaría poder integrar más personas con su condición a esta práctica cultural.
Su interés por el baile comenzó precisamente en una presentación de Danzaluz hace más de 10 años. Recuerda que fue con una amiga a un festival y quedó tan “enganchado” con una de las coreografías que de inmediato le dijo: “quiero ser bailarín”. La negación vino de inmediato. “Tú no puedes hacer eso, ¿cómo harás para escuchar la música?”, cuenta que fueron las primeras palabras de María Eugenia.
Por la integración
Aunque en Venezuela no existe ninguna compañía profesional con alumnos sordomudos, Luque afirma que le gustaría emprender un proyecto similar. “No todas las personas sordas quieren ser bailarines pero hay que darle cabida a quienes deseen hacerlo. Tal vez no aquí en Danzaluz porque la agrupación tiene sus normas pero sí en cualquier otra”.
Su mensaje es claro: ¡No a la discriminación! Enfatiza que “una persona sorda no tiene ningún impedimento físico y puede ser elegida para desarrollar cualquier actividad que desee”.
Obra más reciente
El pasado vienes estrenó, en el marco de la celebración del Día Internacional de la Danza, la pieza Nunca en Paz que relata su vivencia como sordomudo y su relación con el entorno.