Hay
Una de las principales características de los sistemas democráticos genuinos, es la división, independencia y autonomía que mantienen los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, como para servirle de contrapeso, de balance, al primero de ellos. Quien siempre suele abusar es el Poder Ejecutivo que termina por someter a las otras dos ramas públicas. Cuando ocurre eso, la democracia queda desdibujada, convirtiéndose el régimen que gobierna en autocracia y dictadura.
En esto debemos estar claros: Someter a los demás poderes, no es propio de los regímenes democráticos, perdiéndose las libertades del individuo y violentándose los derechos humanos esenciales del ser. Montesquieu señalaba: “No hay libertad si la capacidad de juzgar no está separada de la capacidad Legislativa y de la Ejecutiva”. Siguiendo ese mismo orden de ideas, James Madinson, uno de los Padres fundadores de Norteamérica como nación, explicó que: “Serían los Tribunales los que deben velar por los derechos del hombre como un baluarte impenetrable para cualquier tema del poder en la Asamblea Legislativa ó el poder Ejecutivo”. ¿Cómo queda el Poder Judicial revolucionario en Venezuela ante este dicho?
En lo que respecta a la viciosa práctica de sometimiento de las otras ramas públicas por parte del Ejecutivo, Madinson sigue señalando: “La acumulación de todos los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial en las mismas manos, sean de una persona, de unas pocas ó de muchas; sea de un modo hereditario, autoproclamado ó electivo, puede presentarse con toda justicia, como la propia definición de la tiranía”.
El problema del Poder Ejecutivo desbocado, es una nefasta y lamentable tradición que sigue aun ocurriendo en pocas partes del mundo, muy señaladamente, en Latinoamérica. Los sueños de caudillismos bananeros es lo que nos tiene tan rezagados, subdesarrollados y esclavizados como pueblo sin cultura, ni valores éticos. Cada tanto aparece un caudillo cavernícola trasnochado a sojuzgar y esclavizar a la gente y a eso le dicen “el despertar del pueblo”.
Hay una gran lección que los autócratas nunca han querido aprender: La política debe estar siempre subordinada a la ética y a las virtudes ciudadanas. El poder desbocado en la Venezuela revolucionaria es una clara señal de que la democracia como sistema político en este país murió, y su lugar fue ocupado por la dictadura Castro-chavista que encarna hoy en día la perversa dupla Maduro-Cabello. Una gran paradoja: Un país lleno de petróleo, pero escaso de medicamentos y renglones básicos de la alimentación de todo un pueblo. Así de claro!