Desde
Dudo que pueda existir un país en el
mundo que presente la grave crisis económica y social que atraviesa Venezuela producto del desastre de Gobierno que han significado estos 18 años revolución.
En Venezuela no hay una sola área de la vida del país que no haya sido colapsada por la administración de los dos gobiernos revolucionarios, el de Hugo Chávez y ahora el de Nicolás Maduro. Eso se puede calificar como el mejor elaborado y acabado proyecto de destrucción de un país que, aún con dificultades en algunos aspectos de la sociedad venezolana, mantenía un nivel de progreso y desarrollo que muy bien otros países hubiesen querido tener.
Venezuela es el único país del mundo donde quien trabaja, con salario mínimo, -que es la mayoría del país-, no le alcanza su sueldo para brindarle alimentación completa y balanceada a su grupo familiar, gracias a la inflación producto de los desaciertos económicos del régimen, los cuales no reconoce y se los endosa a una presunta guerra económica que ya lleva cuatro años y que la ha perdido Nicolás Maduro, porque todavía atribuye las causas del desastre a esa conflagración de la derecha y del imperio norteamericano.
Por cierto, desde hace varios años en Venezuela hay crisis de producción de alimentos y de medicinas, lo cual ha provocado que los venezolanos hayan bajado la talla considerablemente, los enfermos mueren de mengua en los hospitales y los niños abandonan sus colegios porque sus padres no tienen como alimentarlos para enviarlos a clases.
Desde inicios del 2016 la Asamblea Nacional de Venezuela aprobó la declaración de crisis humanitaria en salud y alimentación y exhortó al régimen de Maduro a declararla como tal, a lo cual se ha negado sistemáticamente para no quedar en evidencia ante el mundo, que un país petrolero, rico en recursos minerales y que recibió más de dos billones de dólares por la venta de su petróleo, tenga que ser socorrido por otros países ante la debacle en que se encuentra.
Este es un régimen desvergonzado que no le da pena que otros países del continente, sin los recursos y riquezas que tiene el nuestro, sean capaces no solo de producir alimentos de todo tipo para su población, sino que tienen excedentes para importar a otras naciones.
En resumen, el cacareado Socialismo del siglo XXI es sinónimo de: escasez, inflación, colapso de servicios públicos, desempleo, quiebra de industrias y comercios, violación de derechos humanos, criminalidad con moño suelto y corrupción a paso de vencedores.