El pueblo arruinado sufre

El sostenimiento del populismo ha estimulado la impresión a discreción de dinero inorgánico, que nutre el gasto público y eleva la inflación

Los presagios por el presente y futuro inmediato del país son extremadamente negativos y pesimistas. La acentuada escasez de todos lo que necesitamos para la vida diaria continua sin detenerse, originando altos precios, especulación e impulsando una inflación que para fines del año debe llegar al 200 por ciento lo que nos traerá mayores calamidades. Estamos a las puertas del colapso final de una economía de guerra impuesta por el Gobierno, único responsable de lo que ocurre. Los precios del petróleo estancados o a la baja aumentan nuestras desgracias, lo que ha provocado un vaciado de las reservas internacionales. El sostenimiento del populismo ha estimulado la impresión a discreción de dinero inorgánico, que nutre  el gasto público y eleva la inflación, debilitando mucho más nuestra moneda, extremadamente devaluada.  El billete de 100 bolívares, la más alta denominación, no alcanza ni para comprar un “cepillado callejero”. 

Estamos en quiebra política, económica, social, moral y con un estado de inseguridad personal nunca visto y solo distinguimos un sálvese quien pueda de cada quien. Ha desaparecido la solidaridad que siempre existió entre los venezolanos. Voceros encumbrados del régimen y otros menores, dentro de la mayor mediocridad, continúan con el discurso desgastado e inútil que pretende vendernos la tesis, de que la revolución socialista triunfará por lo que debemos suponer que de ser así será sobre los cadáveres del pueblo venezolano. Desconocen intencionalmente lo que el pueblo está sufriendo.

Madres desesperadas, hemos visto con lágrimas en sus ojos, clamando por los alimentos de sus pequeños hijos. Ancianos arrastrando sus años y penurias con el sufrimiento reflejados en sus rostros por no poder conseguir sus alimentos y medicinas tras largas colas y esperas de humillación. La esperanza pareciera estar perdida. Gente del pueblo buscando desde ahora para almacenar alimentos que necesitaran para la cena navideña. Esa verdad la hemos escuchado y visto. ¿Ante esta realidad, llegaremos a diciembre sin que se manifieste la rabia contenida? 

La desgraciada revolución, como dijera un trabajador haciendo cola en una agencia bancaria, nos ha arruinado. Esa verdad se confirma ante la existencia de un bolívar que no se cotiza en los mercados del mundo, como si no existiera. ¿Habrá para algún país una ruina mayor que esa?

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