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Lo realizado el 5 de enero a la Asamblea Nacional da cuenta de un régimen extremadamente débil en su sustento legal y legítimo, sin embargo, al controlar al margen de toda ley y precepto democrático la institucionalidad, sus recursos y armas, le brindan la endeble estabilidad en la que reposa.
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Internamente el chavismo oprime toda protesta o manifestación, así como lo hiciera en 2002, 2014 y 2017, no le tiembla el pulso para usar la “violencia atroz”, tal como la calificara el mismísimo Padrino López. Ahora, internacionalmente el castrismo venezolano se encuentra en terapia intensiva, denunciado, con sanciones financieras, económicas, con prohibiciones de entrada a Estados Unidos y a Europa que afectan a sus jerarcas, familias y colaboradores.
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En el plano real, la destrucción de PDVSA la tratan de sobrellevar comercializando furtivamente nuestras riquezas minerales del arco minero, entre otros yacimientos. Los apoyos internacionales que recibe el chavismo son puntuales, antes debe pagar por esos favores. El temor a las sanciones es un escollo que ha hecho que sus aliados repiensen su “solidaridad” con los rojos rojitos.
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Un régimen en estas condiciones no puede estar más que sumamente debilitado, el asunto es que la población se encuentra mucho más débil, oprimida por todos lados. Venezuela continúa su andanza por la senda del atraso, con hiperinflación, hospitales y demás servicios públicos moribundos, inseguridad, escasez de medicina, que complica hasta la enfermedad más sencilla.
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Guaidó y su gira es una incógnita, el objetivo de su relanzamiento una vez despojado de la AN aparentemente fue cumplido, amén que Trump no lo recibió en persona, pero ello no era del todo necesario, cada funcionario cumple roles específicos en la estructura de ese gobierno.
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Lo fundamental es reconocer que los venezolanos no podemos solos contra el castrismo, el uso de las armas del Estado contra el pueblo ha cobrado demasiadas vidas, la arbitrariedad de las instituciones psuvizadas velan por el sostenimiento del status quo, en lo interno del país los gritos de los desesperados, de los necesitados, de los que claman justicia se estrella en paredes mudas.
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Necesitamos de toda la diplomacia internacional, de todo cuanto ella pueda hacer en medio de la tragedia que nos agobia, sin embargo, la realidad es cuesta arriba, el castrismo es indolente y ha demostrado no querer ceder por medios civilizados, se burló de los diálogos, negociaciones e hizo de lo electoral un acto gobiernero donde impone candidatos, partidos, votantes y votos.
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¿Quién a lo interno del castrismo alzará la voz para reivindicar al pueblo? Nadie, pues nadie se atreve luchar contra un monstruo de esa magnitud, capaz de cometer atrocidades.
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El régimen está debilitado, las sanciones internacionales le han restado fuerza, pero mucho más abajo se encuentra el dolido pueblo venezolano muchísimo más débil, a ese paso probablemente el régimen desista, pero para ese entonces Venezuela será un territorio deshabitado, con la esperanza única que quienes se fueron vuelvan a sembrar y cosechar una nueva nación.
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Todo lo que gira en torno al país es injusto, incierto, a la expectativa de detalles… esos detalles que en política trascienden en hechos determinantes, alguna acción, alguna omisión, algún pronunciamiento ¡Algo! que gire 180 grados el rumbo de destrucción y muerte que desde hace más de dos décadas aniquila toda venezolanidad.