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Cuando salga publicado este artículo, ya habrá iniciado la segunda ronda de negociaciones entre la Mesa de la Unidad Democrática y el régimen comunista de Nicolás Maduro, en Santo Domingo.
Tengo la firme convicción que allí no habrá negociaciones de ningún tipo porque el Gobierno no quiere paz ni nada parecido, a ese bien de la humanidad. El régimen sólo quiere ganar tiempo y la oposición cae en el juego de este bodrio, cuando de buena fe y creyendo en buenas intenciones, acude a sentarse con unos delegados oficialistas que llevan claras instrucciones de decir NO a todo.
Si la MUD cumple con su condición de que lo prioritario de esas negociaciones es la declaración de la crisis humanitaria en alimentación y salud para mitigar el hambre y la falta de medicina en Venezuela, definitivamente no habrá negociación. El régimen no aceptará declararse en crisis humanitaria pues sería reconocer el fracaso de Maduro y declararse incompetente para resolver los problemas sanitarios y de alimentación que hoy sufre más del 80 por ciento del pueblo venezolano.
Quien preside la comisión socarrona enviada por el régimen de Maduro a Santo Domingo, el goebbeliano Ministro de Propaganda, Jorge Rodríguez, ya ha lanzado alambradas en el camino de la negociación, al decir que deben ser retiradas las sanciones de los gobiernos de EEUU y Canadá para acordar.
El hombre detrás del trono, Diosdado Cabello y el Ministro de Salud, también adelantaron opiniones en torno a la declaración de crisis humanitaria, y han tenido los “cojines” de decir que en Venezuela no permitirán ayuda humanitaria porque “nuestro pueblo está siendo atendido por el presidente Maduro”.
Será que estos desalmados seres no se enferman ni sus familias tampoco, para que vivan la amarga experiencia de millones de venezolanos que ven morir de mengua a sus hijos, cónyuges y demás familiares y amigos, por el desastre en que se encuentran las instituciones hospitalarias en Venezuela, por la falta de equipos y medicinas para devolverle la salud a los enfermos. Pero tampoco saben lo que es comprar un cartón de huevos y un kilo de carne por un costo de más de 300 mil bolívares, con un salario mínimo mensual de 177 mil bolívares. Son unos imprecados, para suavizar el término más gráfico para calificar a estos seres pactados con el demonio.
Y la guinda de la gran torta contra las negociaciones la acaba de colocar el propio Maduro, al decir que los partidos que no participaron en las elecciones municipales no podrán hacerlo en las presidenciales. No quiere negociar.