domingo, mayo 12, 2024
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El regreso del feudalismo en América Latina

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Desde adolescente tuve la inquietud de investigar acerca de las causas de las miserias que agobiaban a la especie -humana- dominante sobre la tierra. Al principio experimenté una sensación de terror, indignación, angustia, desconsuelo. Dicho de otro modo, una gama de sentimientos que me planteaban las más profundas de las incertidumbres respecto a que podría haber desatado tanta maldad: guerras, hambrunas, epidemias, ignorancia. En conclusión, miseria y pobreza.

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Ahora, después de haber pasado más de 40 años, el sentimiento que me afecta es tristeza total, forjada, en el marco de la impotencia y la frustración de no observar cambios en la conducta humana. Aun sabiendo, tanto el mundo como yo, que toda esa maldad es producto de su inconsciencia, que tergiversa el sentido de la política, y de la maldad con voluntad de poder. Lo dionisiaco de Nietzsche, alimentado por la inmensa ignorancia que padecen las masas populares -anárquicas- que no quieren ser de otra forma (Ortega y Gasset) o del populacho irreverente, sumiso y conformista (Hannah Arendt) a las cuales los profetas del socialismo han manipulado como la base de su sistema para mantener regímenes totalitarios, que actualmente con un hedonismo ficticio y mucho eufemismo denominan: Globalización o progresismo.

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Cuando leí Calígula, de Albert Camus, sentí desprecio por tan malvado personaje, pasados algunos años he analizado en la obra, la representación del narcisismo dañino, que hace aflorar el poder en un hombre. Dicho de otro modo, a quien goza del poder absoluto o despótico como plantea Marx –dictadura del proletariado- en su discurso del “Manifiesto Comunista” de 1848.

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¡Que no fue la inspiración lógica, de Chávez en Venezuela, ni de Fidel Castro en Cuba! y, -por supuesto- tampoco lo ha sido la filosofía de Platón o de Aristóteles con sus planteamientos filosóficos de ética y belleza en política. En vez, ha sido la versión de una mezcolanza cínica de la utopía comunista, armada con el absolutismo principesco de Maquiavelo, el nacionalismo hitleriano y el fascismo de Mussolini (estalinismo). Camuflada con un discurso embustero dizque democrático, donde, quien sufre con sangre, sudor y lágrimas como lacayos o ciervos de un nuevo feudalismo, que han implantado los tiranos de la coyuntura castro-chavista en Latinoamérica.

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