El septenio…

 

El relato que sigue muy poco dista de la interpretación que José advirtiera al faraón, en un balance entre la gratitud y la queja, salió ganando la queja y el desagradecimiento es lo que reina en el corazón y la mente de nuestra actriz

Cuando se le pidió a José que interpretara el famoso sueño del faraón, en el que siete vacas feas y flacas devoran a siete vacas gordas y hermosas, éste predijo siete años de abundancia, a los que seguirían siete años de hambruna, por lo cual recomendó hacer acopio de bienes durante los años buenos.

Ahora bien, el relato que sigue muy poco dista de la interpretación que José advirtiera al faraón, en un balance entre la gratitud y la queja, salió ganando la queja y el desagradecimiento es lo que reina en el corazón y la mente de nuestra actriz.  

Sucedió que por un septenio un hombre habíase encargado de los estudios, de los alimentos, de la vestimenta, del transporte, de la recreación y del soporte espiritual de una joven que lo había seducido con su inocente e inofensiva apariencia, que hizo uso de las argucias femeninas para capturar al incauto. Soportó este hombre incluso los desequilibrios de ella, sus malos hábitos, sus mentiras e ignoró incluso la reputación que le precedía como una ninfómana que protagonizaba escandalosas orgias donde quiera que fuese. 

Una taimada joven cuyos desenfrenos eran un secreto a voces, pero él la aceptaba, la educaba, la orientaba y se convirtió más en su padre que en su marido. Pero era un pote roto, nada de lo bueno que en ella se echaba germinaba. Se filtraba entre gente decente y de buen corazón y pasaba inadvertida que tuviese una personalidad tan extraviada. 

Ya graduada en la universidad, este hombre  no le era útil y lo abandonó. Entonces ocurrió en noche vieja que él estaba en cama de hospital gravemente enfermo y ella lo dejó a su suerte y se mofó de él. Como por la gracia de Dios este hombre se recuperó y el incauto siguió con ella, hasta otra noche vieja en la que le pidió alimentos pues llevaba tres días sin comer.

Pues ella argumentó al dejar expuesto a su suerte a ese hombre del cual se aprovechó por siete años. Si tú dices haberme alimentado pero no me llevaste a mas restaurantes de lujo, dices haberme vestido pero yo quería ropa de marca de diseñador, y dices haberme graduado pero yo quería la universidad más costosa y los teléfonos de última generación y ella lo maldijo a él.  En tal sentido fueron mayores las quejas injustas que los agradecimientos viendo ella siempre el vaso medio vacío y sin halagar lo bueno que recibió de aquel hombre.  

Y Dios le devolvió a la joven su propia maldición, que por siete años ha de sufrir grandes quebrantos de salud y terribles miserias caerán sobre ella hasta que purgue su malvado corazón y su desagradecimiento. Y así se cumple. 

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