Venezuela
“Es irracional el hecho de que el mundo racional destruya a los individuos y a sus necesidades y capacidades; que la paz se mantenga mediante la amenaza de constante guerra y que, a pesar de la existencia de medios suficientes, sigan existiendo personas pobres, reprimidas, explotadas e incapaces de realizarse”, Herbert Marcuse
Estuve hace días fuera del país, cada vez que escuchaban mi acento la gente me decía, usted es venezolano, al dar mi respuesta afirmativa la primera pregunta era ¿cómo está Maduro? ¿Cómo hacen para comer? Y una serie de preguntas las cuales respondí con mucho detalle y mucho tacto; en una conversación con un amigo él discutía y decía que en Venezuela todo es caro, no se encuentra nada y que es muy difícil hacer negocios con la nuevas medidas tomadas por el Gobierno, afirmación que respondí diciéndole que si bien es cierto que tenemos problemas de escasez, la inflación cada día sube más, Venezuela sigue siendo un país muy noble, con oportunidades y que los venezolanos que estamos aquí poniéndole el pecho a esta situación, hemos aprendido a surfear la ola, pues creo que ninguna escuela de negocios en el mundo podrá ofrecer el aprendizaje que nos ha permitido este momento.
Luego de esa conversación mi hija Samantha empezó a llorar por su tetero, su mamá se tardó unos minutos en hacerlo pero el llanto eran gritos de hambre cuando no pasaron ni cinco minutos para que ella lo tuviera, eso me hizo pensar en muchos niños que lloran por comida y no tienen qué comer, en la mirada ciega que muchas veces tenemos ante esa parte de la sociedad que muchas veces se esconde en las sombras pero que está allí esperando ser atendida.
Como país la situación cada día es más retadora, la falta de sensatez de nuestros gobernantes ha creado un país de las maravillas, donde no pasa nada, tengo amigos que solo comen dos veces al día y otros que preferían no enviar sus hijos al colegio por no tener para la merienda, conocidos que cada día pierden tallas por no comer las proteínas adecuadas, ustedes pensaran que soy el mensajero del pesimismo, pero más que eso quiero que miremos a la cara de nuestra familia, de nuestros amigos, colaboradores y conocidos para afrontar esta realidad con mucha Fe y disciplina, reinventado lo que somos, haciendo hincapié en lo bueno que aún tenemos como venezolanos, en esas reuniones improvisadas que se hacen en la casa de cualquiera para conversar y reír sobre lo que pasa, el espiral de la depresión nos puede arrastra a mirar solo lo malo, Pero la fe y la disciplina nos hará movernos en la dirección que más nos convenga, siendo emprendedores en nuestra comunidad para impactar la sociedad, es momento de mostrar de que estamos hechos, subir los estándares ¡ Haciendo el bien sin mirar a quien!