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Investigadores de la Universidad de Wisconsin realizaron un estudio, en el cual colocaron a varias orugas conocidas como gusano de remolacha, para tratar de observar el efecto que tiene estos pequeños animales al ingerir la planta del tomate.
Durante el estudio cuando una oruga masticó un poco de la planta, en el momento comenzó a tratar de comerse a uno de sus compañeros, entrando en un estado casi frenético.
Según los científicos que investigaron la reacción, fue que la planta para protegerse libera unos químicos como metil de jasmonato, lo que produce que los animales quieran comerse entre sí.