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Hablar de ética, es referirse a ese valor que debe ser cultivado, tanto a nivel personal como colectivo, pues permite saber diferenciar el bien del mal, lo cual sin duda nos llevaría a ser personas con criterio para actuar apegados a sus principios. Esto de alguna manera representaría esa sociedad ideal que tanto anhelamos, si cada miembro que la integra realmente la practicara. Significaría lograr un mundo más justo para todos, ya que la inequidad, los abusos, la deshonestidad, el egoísmo, entre otros males, son un resultado de la falta de estos principios.
El valor ético, define el comportamiento de los seres humanos, determinando si se corresponden con criterios de responsabilidad, con el cumplimiento del deber, el apego a la virtud, lo cual primero debe comenzar a nivel individual, para luego proyectarse hacia la sociedad. Por otro lado, nos permite juzgar la forma en la cual se comportan los individuos, con respecto a ciertos parámetros como, lo que se considera bueno, correcto, permitido, obligatorio, en cuanto a sus acciones o decisiones, para valorarlas moralmente y establecer juicios que influyen en las mismas. Se puede decir que, orienta estas determinaciones de manera consciente hacia el bien.
Igualmente, más allá de pautas o normas, la ética debe ser observada, como esa disposición a vivir de forma equilibrada, ganando experiencias, enseñanzas y aprendizajes, en base a esos hechos de nuestra vida que influyen en la óptica que tengamos de esas vivencias. Por esta razón, los individuos se forman criterios éticos, en base a situaciones pasadas que influyen de manera determinante en sus principios.
Sin embargo, la ética debe ser una guía para orientar a los individuos de la sociedad y que de esa forma influya en nuestras acciones, basado en el uso de la razón que justifique el motivo por el cual debe comportarse de una manera y no de otra. Por eso, además se afirma que esta debe arraigarse en el ser, pues no se trata solo de realizar una acción beneficiosa, sino de realmente ser generoso.
Es por esto que la ética es muy importante para ser coherentes haciendo lo que decimos, para mantener firme los compromisos adquiridos, para saber diferenciar lo bueno de lo malo, de manera que nos hagamos responsables de nuestros actos y aprendamos de estas experiencias, para así poder aportar nuestro comportamiento ético personal, con el fin de forjar una sociedad más justa y con arraigados valores éticos.