El valor de una vida en la carencia 

Qué venezolano común podría solventar un monto cercano a los cuatro mil dólares, cuando el salario mínimo no llega a los seis billetitos de moneda gringa, cual mesada de infante. Se inició la cruzada familiar por la supervivencia de Álvaro

Álvaro nunca pensó que podría sucederle. Sabía sí, que su alimentación y la de su familia, no era ni la más adecuada ni la más suculenta. ¡Pero un infarto en sus 40 y con tantos dilemas por resolver! El percance le ocurrió justo cuando su maleta se hallaba atiborrada de planes. 

Un infarto precisamente ahora. ¿Dónde quedarán los nuevos ideales? Soñar no es pecado, mucho más entre los escombros de los recuerdos; aquellos momentos en que sus padres tenían las bondades de las soluciones puestas en la mesa del hogar. Sólo quiere lo mismo para sus hijos. 

El dolor comenzó con una presión extraña en el pecho. El malestar siguió por el brazo, con un radio infranqueable. Pensó que era una de sus bursitis recurrentes, tan desagradables como inoportunas. Pero las pastillas eran inoperantes. Fue una madrugada de trasnochos y desórdenes emocionales.

En la mañana el malestar le impedía ir a trabajar. Unos calambres de estremecimientos incorregibles, le comprimieron el brazo y le abrazaron la espalda. Vomitó lo poco que tenía en el estómago. Emprendió entonces, junto a su esposa, en dirección al hospital. Le efectuaron un electrocardiograma, su corazón estaba en riesgo. En ese momento los arropó la incertidumbre. No dio tiempo de estabilizarlo, cuando decidieron ir a una clínica, pues el centro asistencial público no tenía ni para los guantes.   

Ya sus familiares hacían causa común por la vida de Álvaro. El presupuesto de los honorarios por el cateterismo cardíaco y la anglioplastia coronaria parecía el monumento a la indignación: casi 750 millones de bolívares. Qué venezolano común podría solventar un monto cercano a los cuatro mil dólares, cuando el salario mínimo no llega a los seis billetitos de moneda gringa, cual mesada de infante.  Se inició la cruzada familiar por la supervivencia de Álvaro. 

Un gran número de sus sobrinos habían emigrado en los últimos dos años, quienes desde EEUU, Canadá y Chile enviaron sus aportes. Mientras, sus hermanos y más allegados hacían otro tanto para que Álvaro recobrara el aliento del futuro. Álvaro tiene a las responsabilidades golpeándole como un mazo en su entendimiento. Poco le importa que le quiten tres ceros a la moneda o EEUU vuelva a sancionar a los corruptos de este gobierno. Aunque exista una prohibición médica para viajar, en tres meses tomará sus valijas y asumirá un nuevo riesgo, pues no permitirá que alguno de sus hijos sucumba por falta de alimento.

Visited 3 times, 1 visit(s) today