Oswaldo
Votar es un derecho en Venezuela. Tras las elecciones vividas en el país el 15 de octubre, los electores se debaten entre la disyuntiva de participar o no en los comicios municipales pautados para el 10 de diciembre. Los ciudadanos deben elegir a la máxima autoridad en 335 municipios del país.
El tema de votar o no, es bastante complicado, porque es un derecho político y para Oswaldo Ramírez, director de la firma ORC Consultores, los derechos se pueden ejercer o no ejercer. “La gente que tiene su gen demócrata muy claramente siempre va a decidir votar ante cualquier circunstancia, no importa cuál. Mientras que los demás van a decir no tengo las condiciones para ir a votar, las condiciones para ejercer mi derecho porque esas condiciones están vulneradas”.
La Constitución de la República establece ese derecho. En el artículo 62 dicta que “Todos los ciudadanos y ciudadanas tienen el derecho de participar libremente en los asuntos públicos, directamente o por medio de sus representantes elegidos o elegidas… Es obligación del Estado y deber de la sociedad facilitar la generación de las condiciones más favorables para su práctica”. En el artículo 63 estipula que “El sufragio es un derecho. Se ejercerá mediante votaciones libres, universales, directas y secretas. La ley garantizará el principio de la personalización del sufragio y la representación proporcional”.
Ramírez explica que las elecciones deben tener cuatro características: libres, justas, transparentes y que cuenten con observación nacional e internacional independiente. “Eso es lo que la gente espera”.
Sin embargo, señala que el problema es cuando “hábilmente” el Gobierno logra sacar de la cultura política el valor del voto, como instrumento de cambio y lo usa como una herramienta para crear conflicto.
“Simplemente la gente no confía en el voto, porque siente que su voto no elige y al final va a votar y no está eligiendo por todos los temas relacionados a la reingeniería electoral en los cambios e irregularidades que hubo en los últimos comicios”.
A su juicio, hoy hay una combinación: la desconfianza en el organismo electoral y la desconfianza al voto. “El dilema entre votar o no votar, entre participar o no participar, al final del día tiene que darse en función de los objetivos que están persiguiendo los partidos políticos con relación a eso, en qué quieren y qué buscan estratégicamente para tratar de mostrar una alternativa que incentive a la gente a acompañarlos. Pero cada quien decide ejercer o no su derecho”, puntualiza el consultor en estrategia, riesgo político, inteligencia de entorno y campañas electorales.
¿Qué incide en la decisión del ciudadano?
El alcalde es el funcionario más cercano al ciudadano. Hay gente que quiere tener un alcalde que debe tapar el hueco, vigila la seguridad con la policía, poda los árboles y recoge la basura. Hay gente que simplemente quiere tener un alcalde de oposición, uno cercano o un alcalde que conozcan. Otro factor de peso, puede ser tener el espacio, recobrarlo o mantenerlo. Hay gente que interpreta que ese alcalde puede ser útil para mantener la gobernabilidad del pequeño espacio llamado municipio. Quizás esos podrían ser los valores que deben estar presentes para la gente decidir votar o no.
¿Cuál es el mensaje que deben llevar los partidos que participarán para animar el voto opositor?
Lo veo bastante complejo porque va a depender de cada municipio, de una realidad distinta, no va a funcionar una campaña nacional, tampoco la campaña del miedo, del cambio, de la continuidad, simplemente va a depender de cada municipio porque hay lugares donde va a funcionar para no perder los espacios, en otros para conquistar el espacio, hay lugares donde va a funcionar para seguir luchando en contra del Gobierno y en otros es porque es una estrategia unitaria. La realidad es muy compleja, estamos hablando de 335 territorios distintos para hacer campaña.