Se formaban en listas que luego organizaban para el ingreso a la tienda que abre desde temprano el centro comercial Metrosol. En el estacionamiento se enfilaban los más despistados de la maniobra de la entrada
“Son pocas las familias que llegan a comprar. Aquí están y mandan son los 'bachaqueros'”, soltó una joven madre que temió identificarse porque “en Bicentenario hay mucha gente que te ve mal en las colas”.
En el Abasto del Sur, ubicado en Circunvalación 2, ayer se agrupaba la población a la espera de adquirir productos a precios regulados. “Hay una mujer que te vende el puesto a 300 bolívares”, precisó a paso veloz la dama que soportó ocho horas para compra pañales y papel higiénico.
Se formaban en listas que luego organizaban para el ingreso a la tienda que abre desde temprano el centro comercial Metrosol. En el estacionamiento se enfilaban los más despistados de la maniobra de la entrada. En las jardineras grupos de cuatro y cinco, en su mayoría mujeres, apuntaban nombres.
“No sé cuántos hay en las listas, te venden el cupo y pasas”, recordó apurada la joven rubia desgarbada que cargaba en cada mano bolsas de productos y corría a la salida del establecimiento donde esperaría el transporte público.
El Gobierno regional y nacional ordenó la venta en los Bicentenario por terminar de cédula de identidad. La medida se afinó para controlar el acceso de personas que se dedican a la reventa de productos. A pesar de la restricción, la demanda se mantiene. “No da abasto para la cantidad de población”, dijo hace días una representante de la misión Alimentación.
La red de Bicentenario se convertirá en distribución directa a los consejos comunales y comercialización directa a las comunidades, así lo anunció el presidente Nicolás Maduro tras conocer las irregularidades que salpican la gestión y por los hechos de “corrupción” que son investigados por el Ministerio Público.