Vamos
La única ley que este régimen no podrá declarar inconstitucional, para evadirla, es aquella que lo está convirtiendo en inviable: la ley de la gravedad de la crisis que sufrimos. Y ello es así, porque como bien lo expresara AJ Gabaldón en una magnífica entrevista: “Lo que se está derrumbando va cuesta abajo” y nadie podrá detenerlo. Este régimen se está derrumbando desde el punto de vista político, económico, social y moral.
Más del 90 por ciento de los venezolanos creen que atravesamos una crisis grave y que el país carece de conducción. Mientras muchos países de América Latina crecerán económicamente en 2016, tales como Perú (3,8 %), Nicaragua (4,6 %), Colombia (2,9 %), Bolivia (4,5 %), República Dominicana (5,5 %) o Panamá ( 6,2 %), la economía venezolana se derrumbará con crecimiento negativo de 8 %,según cifras del FMI. Seremos la economía de peor desempeño en el mundo, de las 190 estudiadas por ese organismo. Y por si fuera poco, el FMI anuncia también que la inflación en 2016 nos colocará igualmente como el país con mayor inflación en el planeta: 482 %. Triplicaremos la inflación de 2015. Salvo Argentina, ningún país en América Latina tendrá una inflación de dos dígitos.
En 1982 éramos el segundo país más rico en la región, ahora somos el cuarto más pobre. Para la revista The Economist, la Venezuela de hoy se asemeja a la Zimbabue hiperinflacionaria de hace 10 años. La crisis por otro lado se agrava en los campos de la salud, la educación y los servicios en general. Ocho mil 250 apagones en lo que va de año, han convertido a Venezuela en un reino de la holgazanería y de la falta de productividad, amparadas por el régimen. La moneda se devalúa todos los días. El régimen apela al conuco como modelo para la agricultura. El desabastecimiento de la canasta básica alcanza el 83 por ciento. Los precios regulados son una ficción. PDVSA está en franca destrucción y los precios del petróleo no subirán al corto plazo.
Vamos camino a la indigencia. Ni apelando al servil TSJ, podrán impedir que la gravedad de esta crisis pueda detener la caída libre e inminente de un régimen fracasado, ineficiente y corrupto, que está al margen de la ley y del Estado de derecho en general.