Los
María inicia su rutina a las 6.20 de la mañana y para llegar a su trabajo, ubicado en el casco central de la ciudad, aborda un autobús desde su vivienda, en la urbanización La Trinidad, hasta su destino. El temor que le ocasiona ver jóvenes con bolsos cruzados, gorras que les tapan la cara o movimientos y susurros extraños, le pone los pelos de punta.
No basta con evitar vestirse bien, descartar los objetos de valor sobre su cuerpo o dejar el teléfono celular en su hogar. Nadie está a salvo de los delincuentes que buscan a toda costa “ver qué se llevan”. En reiteradas ocasiones quienes se trasladan en unidades colectivas que cubren las rutas de Los Olivos, Valmore Rodríguez, Panamericano, Los Filúos, Ziruma, San Jacinto, entre muchas otras que circulan por la avenida Delicias, son atacados.
Ana Montiel, estudiante de Trabajo Social en la Universidad del Zulia (LUZ), comenta: “Cuando empecé a estudiar me intentaron atracar y me atacaron los nervios. Quería dejar la universidad, tuve que cambiar la manera de vestir y la ruta”. Por su cuenta y en algunos casos en complicidad con los choferes y colectores de las unidades, los “choros” se llevan celulares, carteras, bolsos y hasta comida.
El trayecto desde Ciudad Chinita hasta Urbe, es una “guillotina”. En lugares como el elevado de Delicias, 5 de Julio, Hospital Universitario, elevado de Ziruma, Humanidades o frente a la Fundación del Niño, con frecuencia se comenten los delitos producto de la soledad o presencia masiva de usuarios.
La amenaza
Luis Méndez, un estudiante de Periodismo residenciado en La Pícola, vivió una situación que puso en juego su vida. “Iba en la parte trasera del bus con mis cosas, no tenía visible objetos de valor y por eso me sentía confiado. Antes de llegar a Plaza de Toros se me acercaron dos chamos, me arrancaron el bolso y decidí enfrentarlos. Sacaron una pistola y me amenazaron con matarme”. Estudiantes y trabajadores son las principales víctimas.
Según Erasmo Alián, presidente de la Central Única de Transporte del estado Zulia, indicó que semanalmente se cometen 140 robos en las unidades que prestan servicios en la zona. En rutas como San Jacinto, los delincuentes desnudan a todas las personas que se trasladan para evitar que escondan sus pertenencias, haciendo aún más traumático el momento.
Quienes por necesidad utilizan el transporte público, piden a gritos presencia policial y labores de inteligencia que pongan tras las rejas a los delincuentes que azotan las unidades. Distintas políticas gubernamentales como la misión A Toda Vida Venezuela, que “dotó” a ciertas unidades con un sistema cerrado de vigilancia, y la presencia de efectivos policiales en algunos puntos, ha fracasado. La problemática amenaza con pérdidas materiales e incluso arrebatar una vida.
Hartos
Al igual que los pasajeros, transportistas se quejan de la inseguridad que los obliga a trabajar con miedo de que roben sus unidades o les quiten el “diario”. Alián, es tajante: “Estamos cansados de los robos, nadie nos da respuesta. Exigimos a las autoridades en materia de seguridad, la creación de un comando unificado de atención al transportista que involucre a policías, Guardia Nacional y CICPC”.
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