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Estudios
El apetito sexual es como las ganas de comer. Es un impulso que varía, no solo de persona a persona, sino que está relacionado con la edad, la disposición, el momento, el menú e incluso con la frecuencia e intensidad de los encuentros.
La frecuencia sexual “normal” representa preocupaciones, dudas e inseguridades en un buen número de parejas y personas, asegura Diana Resnicoff, psicóloga y sexóloga clínica, según las experiencias vividas a través de su página www.e-sexualidad.com, y advierte que se trata de un tema que cada pareja debe pactar, de acuerdo con sus propias necesidades, sin ajustarse a las estadísticas.
Aunque el ideario popular amoroso considera que una relación sexual es igual a penetración, en realidad hay muchas otras actividades que pueden considerarse sexo, como la felación, tocar los genitales, la masturbación mutua o simplemente un comportamiento afectivo como besar, abrazar, acariciar y tomarse de la mano.
Años más, años menos
Expertos en sexo, reproducción y género del Instituto Kinsey de la Universidad de Indiana reportaron que la edad influye en gran medida en el apetito sexual y la necesidad de contacto físico, la cual disminuye con el paso de los años.
Según el estudio, se concluyó que los jóvenes de entre 18 y 29 años tienen sexo 112 veces al año, 2.4 veces por semana. Mientras que la Universidad Wilkes de Pennsylvania afirmó que aquellos que mantienen relaciones una o dos veces por semana son más saludables que los que no.
El Instituto Kinsey, también, aseguró que las personas de 30 a 39 años de edad mantienen un promedio de 86 veces de relaciones al año, mientras que aquellas de entre 40 y 49 años de edad tienen sexo 69 veces al año.
Tiempo para amar
Harry Fisch, urólogo norteamericano autor del libro The New Naked: The Ultimate Sex Education for Grown-Ups (El nuevo desnudo: lo último en educación sexual para adultos), aporta en su obra datos como que la media de erecciones diarias de un hombre supera la decena, incluyendo las erecciones parciales y que la media generalizada para el acto sexual es de dos a tres veces en semana.
El libro describe cómo distintos experimentos científicos en los que se observó a parejas durante la cópula, finalizó con grandes diferencias en cada caso: desde dos minutos o más de 40. Un sorprendente 45 % de los hombres termina el acto sexual demasiado rápido, en apenas dos minutos, tiempo insuficiente para una mujer, que necesita al menos cinco minutos o más de siete para llegar al orgasmo por penetración vaginal.
La escasez de tiempo juega un papel importante, porque las parejas esperan obtener una vida sexual plena en menos de 10 minutos, coincide Leonardo Prieto, psicólogo y sexólogo. “Un encuentro erótico pleno se extiende más allá de la media hora, porque es el tiempo ideal para que ambos estén realmente excitados y dispuestos. Cuando la sexualidad se practica de manera mecánica y rápida no se liberan hormonas como dopamina y serotonina, que son las responsables de proveer esa sensación de plenitud y felicidad que acompaña al acto sexual”.
La Ley de Fisher
Si una persona mantiene, por ejemplo, dos coitos a la semana, cuando disminuye la frecuencia sexual sentirá un deseo sexual intenso y la necesidad de satisfacerlo. Pero si esa persona no retoma las relaciones sexuales a las que está acostumbrado, el deseo disminuirá poco a poco y puede llegar hasta desaparecer. La ley también aplica a la inversa. Cuando una persona tiene una frecuencia sexual de dos veces a la semana y aumenta el número de coitos, sentirá saciedad sexual, pero si continúa con ese ritmo, el cuerpo se adapta y pide más.
En sus marcas, listos, fuera
El experto Leonardo Prieto le recomienda a sus pacientes una rutina inicial para incentivar el gusto por los encuentros amorosos largos y nutritivos.
1. Propiciar los encuentros sexuales, no dejarlo a la inspiración o al azar.
2. Antes, compartir un momento íntimo, como cocinar, bañarse, tomar un trago.
3. Si eligen bañarse juntos, jabonarse mutuamente, pero sin incluir los genitales.
4. Emplear cinco minutos como mínimo para besarse con labios, lengua y saliva.
5. Dedicar entre ocho y 10 minutos a acariciar, olfatear, lamer, rozar y succionar brazos, piernas, pies, manos, pechos, espalda, glúteos y muslos.
6. Ocupar unos 10 o 12 minutos al sexo oral o masturbación mutua, pero sin propiciar el orgasmo.
7. Una vez que el pene está enrojecido y la vulva totalmente húmeda y palpitante proceder a la penetración.
8. Acompasar el ritmo con movimientos rápidos y lentos, para alargar el encuentro antes de llegar al orgasmo.