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La unidad educativa Nacional Bolivariana Concepción Mariño parece estar desatendida por las autoridades regionales de educación. Y en esas condiciones asisten los 431 niños que se forman dentro de los desgastados salones que siguen pintados de rojo luego de repetidas inundaciones causadas por las lluvias.
Entre pozos sépticos que se desbordan al menos dos veces al mes, los pisos de los salones llenos de huecos, calor, inseguridad y poca comida, ven clase los alumnos de una de las dos escuelas del kilómetro 18 vía a La Concepción, en el barrio Rafael Urdaneta. Ahí la dirección tuvo que cerrar un salón luego de que la lluvia lo inundó con los niños adentro.
El área en el que hay más deficiencias es la de los baños de la institución, que aunque se limpian a diario están a punto de derrumbarse. Karon Zambrano, directora del plantel, ve con preocupación que uno de los alumnos pueda sufrir un accidente al usarlos. “Son dos baños, a uno de ellos la losa se le cae a pedazos, siendo el caso menos grave, pero el de los varones está en una situación crítica. Las divisiones se caen, las latas están oxidadas y las pocetas manchadas”, explica a este rotativo la directora, quien teme que los estudiantes puedan enfermarse por la situación.
Más de 20 maestros atienden los dos turnos, atienden desde educación inicial hasta primaria. La situación en la escuela se agrava por la inseguridad del sector: los afectados denuncian que se han registrado robos, persecuciones e incluso secuestros frente al plantel, por lo que el personal teme por su vida y la de los niños. “Aquí no hay seguridad, hasta ahora no se han metido en la escuela pero hemos pasado varios sustos. Le pedimos a las autoridades que se aboquen sobre todo por los menores”.
La directora del plantel considera importante que las autoridades competentes hagan la demarcación peatonal en el plantel, para que así los vehículos bajen la velocidad.
Comedor a media máquina
Arepa y caraotas, eso es lo que comen los pequeños de la escuela nacional. Clara Rosales, responsable del comedor, asegura que el Programa de Alimentación Escolar del Zulia surte una vez a la semana el plantel, pero que ellos deben pagar cinco mil bolívares a un transporte para ir a buscar la comida, porque el Paez no les despacha directamente. “Los representantes aportan 20 bolívares cada uno para poder recolectar el dinero y entre todos vendemos chucherías para completar”.
Denuncia que aunque el trabajo del personal del plantel es “invaluable”, los alimentos que surte el programa no representan la adecuada nutrición para los menores. “Ahorita solo tenemos caraotas y harina, traen frutas cítricas y solo nos dan un kilo de azúcar o dos potecitos de mantequilla para más de 400 niños, muchas veces no da abasto”. En el comedor solo funciona una cava enfriadora.
El llamado
Los alrededores de la escuela están cundidos de monte, incluso uno de los vecinos del colegio tuvo que sostener con varas de madera la cerca para que no se cayera. El personal de la escuela y representantes claman por ayuda. Les piden a las autoridades regionales y municipales que se conduelan de los niños. El plantel lleva a cabo la campaña Un Bombillo para mi Escuela, con la cual los representantes o la comunidad pueden donar un bombillo para contribuir con el alumbrado de la institución.