Imbuido
Esta fue la frase que, con mayor fuerza y más seguridad, pronunció el adeco refranero Henry Ramos Allup, al momento de erigirse en presidente de la Asamblea Nacional. No había duda, el triunfalismo lo embriagaba. Imbuido estaba este adeco refranero, en una visión cuantitativista, empirista, en eso que los cientistas sociales norteamericanos llamaron el modelo mainstream (la corriente principal), de la política venezolana. Obsesionado estaba por los resultados electorales del 6 de diciembre (2015); creyó que estos eran suficientes para aplicar, como principio metodológico político, el de: los números lo dicen, el que gana arrasa con todo. De esa visión no ha logrado zafarse. Hizo lo contrario a lo recomendado por Giovanni Sartori, “pensar antes que contar”. Contó primero y contó mal. No entendió que en política, para decirlo con un lugar común, dos más dos no son cuatro.
La verdad es que el oposicionismo obtuvo más diputados que votos. Y allí está el kits del asunto. Diputados son individuos, mientras que votos son pueblo. A pesar del descontento existente para aquel entonces, este oposicionismo no logró aumentar sino 300 mil votos, entre el proceso electoral presidencial del 2012 y el parlamentario del 2015. Como dicen los maracuchos, con ese “marullo” de diputados que obtuvieron, no supieron discernir cuáles eran los aspectos prioritarios a enfrentar.
El oposicionismo hizo una campaña electoral basada en la mentira. Dijeron que acabarían con las colas, y estas son cada vez más grandes; dijeron que acabarían con la escasez y la especulación, y estas cada vez alcanzan nuevas y mayores dimensiones; dijeron que acabarían con el "bachaquerismo", y estos ya son un “sindicato”; dijeron que acabaría con la delincuencia, y el estado Miranda sigue siendo el estado con la más alta criminalidad.
Muy por el contrario, todo esto lo estimularon y lo estimulan. Ellos son la razón fundamental que alimenta su acción política. Convencidos están que, en la medida que estos males se profundicen, mayor será el rechazo al Gobierno. Por eso, los problemas económicos del país no son de su importancia, cuando el Poder Legislativo es mucho lo que podía aportar en la solución de los mismos.
El tiempo se les ha ido en diatribas con el Gobierno. La Ley de Amnistía, que comenzó siendo su punta de lanza, ya ni se acuerdan; a ninguno de ellos les conviene la libertad de Leopoldo López, si sigue preso mejor, dicen unos cuantos de sus dirigentes.
La pelea interna ha alcanzado tal dimensión que, en los mentideros políticos capitalinos, se comenta que los rasguños que le hicieron el jueves pasado, en la cara a Julio Borges, fueron realizados por bandas adecas, quienes culpan a Ramos Allup de los fracasos de la MUD. Su mayor fracaso, no haber sacado al presidente Maduro en seis meses, como lo prometió.