En terapia intensiva

La Vinotino de Noel Sanvicente tiene un margen de error nulo de cara al enfrentamiento ante Ecuador

La selección nacional ocupa en solitario el sótano de las Eliminatorias tras su alarmante caída en La Paz. Sanvicente se jugaría su continuidad en Cachamay, pues el problema no parece de nombres, sino de funcionamiento 

La Vinotinto sigue internada en la UCI, sin dar señales de mejoría. Por la cuarta fecha de las Eliminatorias, recibirá a Ecuador, líder del certamen, sin haber arañado ningún punto. De contarse esto hace dos meses, hubiese sido difícil de creer. La realidad, aunque dura muchas veces, toca afrontarla. El inconveniente mayúsculo para Venezuela es que sigue siendo un equipo acéfalo, sin rumbo y sin liderazgo. El lauro en Copa América ante Colombia permanece como un oasis en el desierto futbolístico del ciclo de Noel Sanvicente. 

La postal de “Chita” comiéndose las uñas en la zona técnica del Hernando Siles, cuando su selección peor la pasaba, habla por sí sola. Al estratega guayanés se le agota el crédito y, tras una nueva derrota, la onceava desde que asumió como DT nacional, evitó entonar el “mea culpa”, y solo atinó a decir: “Seguimos fallando en muchas cosas”. Para luego rayar en lo evidente: “Como entrenador honestamente estoy preocupado”.

La consternación es perfectamente entendible. Después de completarse la tercera jornada con la victoria de Perú contra Paraguay en Lima, la Vinotinto vuelve a sentir, en solitario, el frío del sótano de la clasificación. Desde el Premundial de Francia 1998, el conjunto criollo no se ponía el traje de Cenicienta. En el ciclo 2002 fue novena de Sudamérica; en 2006, octava; lo mismo que en 2010. El tope llegó en el Premundial de 2014, en el que fue sexta y rozó la Copa del Mundo.   

Sin funcionamiento

La crisis no parece reparar en nombres, sino en un mal funcionamiento sostenido, más allá de que se esté a las puertas de un relevo generacional estéril. El partido ante la Verde dejó claro, entre otras cosas, que el medio es cosa de Tomás Rincón y que los aspirantes a acompañarle o sucederle aún deben aprender el oficio. 

Ni con el plan A, ni con el plan B, ni en el llano, ni en la altura, Venezuela mostró visos de competitividad. En sus primeros duelos, la Vinotinto tuvo un promedio de tres remates al arco y solo un gol por partido. Ha encajado ocho goles y Alain Baroja, lejos de mostrar su mejor versión, ha sacado siete balones claros. Sanvicente, ganador de todo a su paso en el debilitado balompié local, llegó profesando la idea de manejar la pelota. Lo cierto es que los patrios contra Bolivia tuvieron un paupérrimo 28 % de posesión y, en el Premundial, promedian un 39.3 %.

Sin cohesión 

“Estoy preocupado porque siempre el gol que nos hacen viene de fallas nuestras y no se puede así”, espetó un apesadumbrado Sanvicente, después del repaso de los altiplánicos. Para más inri, el de San Félix quedó nuevamente en evidencia con los cambios. 

La cohesión de un equipo puede medirse por la capacidad de reaccionar -la Vinotinto de “Chita” todavía no remontó un duelo- y también por la habilidad de no dejarse golpear en momentos claves. Este no ha sido el caso de una Venezuela que cayó ante Paraguay a último momento, que recibió un latigazo de Brasil nada más al arrancar y que hipotecó el partido ante Bolivia, encajando goles al iniciar el primer y segundo tiempo, y cerca de arribar al descanso.

Luce realmente complicado recomponer al “enfermo” de cara al duelo ante Ecuador, pero no hay de otra, pues la selección se juega allí su mínima esperanza de seguir la ruta hacia el Mundial y Sanvicente, tal vez, su continuidad.

 

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