Entrampados

 

El pueblo está confundido y muy molesto, solo se entera de lo que a diario son las intervenciones públicas del presidente Maduro y los dirigentes del partido de Gobierno sobre las nuevas propuestas, todas de carácter electoral

La crisis no tiene final. Se agudiza apresuradamente, el costo de los alimentos y servicios es indetenible y con tendencia a escaladas mayores. Ninguna utilidad y beneficio arrojan los aumentos salariales que se han constituido en fuente legal para la especulación y demanda de mayores aumentos. 

En el campo político los venezolanos estamos enfrentados a un desiderátum en el que la necesidad vital de cambiar al gobierno choca con la realidad de no acudir a una elección presidencial contra la cual el pueblo tiene grandes reservas sobre su pulcritud, legalidad y garantías plenas de respeto para el voto depositado en las urnas, agregándose a ello una actitud de desconfianza y reserva en relación a la candidatura de Henry Falcón. 

Como consecuencia de lo anterior las especulaciones sobre las posibles salidas a la situación planteada son comidilla de cuanta conversación se escucha en los escenarios de la calle. El pueblo está confundido y muy molesto, solo se entera de lo que a diario son las intervenciones públicas del presidente Maduro y los dirigentes del partido de Gobierno sobre las nuevas propuestas, todas de carácter electoral, que descansan en la repartidera de dinero y más dinero devaluado, aumentando la confusión e incomprensión de los ciudadanos que desconocen si su operatividad será para la vida diaria e interna del país. 

De ser así, nos colocaríamos ante un espejismo, el cual se reflejaría también si va dirigida a operaciones en el mercado internacional, lo que indudablemente nos indicaría que esta sería una nueva forma de adquirir más préstamos que aumentarán el endeudamiento del país, generándose mayores presiones sobre el costo del dólar en el mercado negro e incidiendo fuertemente en el costo de la vida que estamos soportando. El Gobierno y la oposición están entrampados y lo peor del caso es, que ambos sectores no quieren admitir esta realidad que está a la vista de todos y ante la cual el pueblo es el único que puede producir un cambio que lo favorezca, pero no tiene ante sí una vía clara y confiable. Nada de lo que ahora ha visto y escuchado lo impulsa a decidirse y observa con recelo a un gobierno que ya no da más y a una dirigencia opositora que ha perdido su tiempo en dirimir aspiraciones presidenciales personales, desechando la necesidad urgente de darle a los ciudadanos respuestas que los satisfagan y que no lleven implícitas los deseos de resaltar protagonismos desmedidos e irrealizables.

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