Analista
El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el movimiento político derrotado en las pasadas elecciones parlamentarias, es una bomba de tiempo. Los dirigentes de la organización, reprobados por sus seguidores en las urnas y acosados por una oposición que prometió el pasado martes acabar con la revolución desde el Parlamento, están enfrentados entre los que creen que hace falta rectificar en el aspecto económico y en la estrategia política para sobrevivir, y el ala radical, liderada por Diosdado Cabello, que se empeña en desconocer el triunfo de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) para preservar el poder absoluto.
El mazazo electoral que sufrió el chavismo el 6 de diciembre acentuó las diferencias internas que existen en la tolda roja sobre cómo se deben llevar las políticas públicas. Por eso hay un grupo a lo interno que está empecinado en ilegalizar al Poder Legislativo recién juramentado y otro, encabezado por el presidente Nicolás Maduro, que asistirá el próximo martes al Parlamento para presentarle a los 112 diputados de la oposición la propuesta de un decreto de emergencia económica.
Jesús Castillo Molleda, politólogo, afirma que el mandatario venezolano está entre dos aguas. “Tiene que resolver si es presidente del PSUV y actúa como lo ha hecho, nombrando un gabinete que tenga ministros leales a él y al partido y manteniendo en el poder una hegemonía de la estructura de la izquierda socialista, o se dedica a ser Presidente de la República y le da respuestas a los problemas de los venezolano, porque, de lo contrario, el chavismo no va a ganar ni una elección más”.
Advertencia
Pese a que no quiere adelantarse a un pronunciamiento oficial del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), Nicmer Evans, politólogo, asegura que, desde el punto de vista político y de la lógica, “es completamente inútil que el Gobierno nacional vaya en contra de un poder que se acaba de legitimar” en un proceso electoral. A su juicio, más allá del discurso político, las acciones que conduzcan a la nulidad del Parlamento “van a dejar muy mal parado a quienes pretendan forzar esa barrera”.
A pesar de que un grupo de diputados oficialistas pidió al TSJ que declare la nulidad de la Asamblea Nacional por juramentar a los tres legisladores opositores Amazonas -afectados por la medida cautelar que emitió la Sala Electoral para dejar sin efecto la proclamación de los representantes de este estado-, Evans sostiene que no hay ninguna contradicción si Maduro asiste a pedir el decreto de emergencia económica porque está cumpliendo un mandato constitucional. “La contradicción la va a haber cuando se intente aplicar ese principio político de anular las acciones de la AN, cuando procuren ilegalizarla aun cuando es legítima”.
Castillo Molleda va mucho más allá en su análisis. A su entender, el Presidente irá al Parlamento para intentar compartir las responsabilidades de la crisis con la oposición. “Si la MUD se niega a aprobar el decreto de emergencia, sería un discurso perfecto del Gobierno nacional para decirle a sus seguidores que la Mesa de la Unidad Democrática está bloqueando las posibles soluciones de sus problemas”.
Cuotas de poder
Para Nicmer Evans, dirigente de Marea Socialista, es evidente que Diosdado Cabello perdió un poco de poder y de influencia en el nuevo gabinete. No quiere, sin embargo, imaginar que el mismo se constituyó para favorecer a uno u otro de forma personalista. “Espero que la designación no sea ni para consolidar el liderazgo interno de Maduro ni para reprobar la gestión anterior. Ojalá el Presidente esté más dispuesto a escuchar que a tener a gente que lo único que haga es ejecutar sus instrucciones, porque el presidente no necesita saber de economía sino saber dirigir a los que saben de economía. Ojalá Maduro se dé cuenta que él no sabe de economía”.
No cree Molleda que el nombramiento del nuevo tren ejecutivo demuestre que se han acentuado las diferencias que hay entre Maduro y Cabello. A su juicio, se trata, simplemente, de una estrategia política para permanecer y cuidar el poder, pues a “Diosdado lo que le interesa ahora es tener la inmunidad parlamentaria, que le permite decir y hacer otras cosas”.
No había solución a la crisis económica
Más allá de los nombres y de las cuotas de poder interno dentro del PSUV, a Nicmer Evans lo que realmente le “aterroriza” es que “después de tres años de anuncios económicos que no se anunciaron, de dos años de una caída abrupta de los precios del petróleo, veo con sorpresa que los equipos que se han constituido en materia económica, están iniciando consultas. Es decir, que antes del 6 de diciembre aquí no había ninguna propuesta. No había alternativas que plantear para la salida de la crisis y empecemos, nuevamente de cero, un mes después de las elecciones parlamentarias”.