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“La libertad interior puede elevar al hombre muy por encima de su destino adverso”. Víctor Frankl
El Poder Ejecutivo con el soporte de los barbarismos jurídicos que emite el TSJ, transgrede en cada acto las disposiciones constitucionales que ellos mismos aprobaron; así de elástica y acomodaticia es la moral revolucionaria. La sentencia inaudita que le permite al presidente de la República presentar el presupuesto de la nación ante la Sala Constitucional y no ante la AN, profundiza la crisis y causará más daños al país.
Es una decisión política, errática y despótica, que ocasionará mayor inseguridad jurídica y en consecuencia mayor inestabilidad económica y política. Legalmente hablando, es una clara usurpación de funciones que violenta el estado de derecho; corresponde a la AN aprobar el presupuesto y convertirlo en Ley, de modo que no puede ser aprobado por el Poder Judicial mediante sentencia. El TSJ se lleva por delante las disposiciones constitucionales previstas en los artículos 187, y del 311 al 315.
Desde el punto de vista económico, las consecuencias son catastróficas para el país ya que tanto el presupuesto como el plan de endeudamiento deben llevar la aprobación parlamentaria, de manera que cualquier orden de ejecución de gasto sería ilegal si no cumple con ese requisito. Del mismo modo, será írrito cualquier instrumento que emitan los órganos del Estado para obtener financiamiento externo e interno y empeorará la calificación internacional de riesgo-país.
Desde el punto de vista de la moral pública, es inconcebible que los gastos que se ejecuten sean controlados por el mismo ente que los ordena. La Constitución ordena al Ejecutivo nacional que presente el presupuesto dentro de un marco plurianual que establezca los límites máximos de gastos y endeudamiento. Debe precisar los objetivos de largo plazo y la presentación de variables fundamentales que servirán de orientación al sector privado y a los organismos multilaterales, tales como: el comportamiento del PIB; los niveles de producción y precios estimados del petróleo; la inflación prevista; el tipo de cambio y otros detalles que permitan evaluar, controlar y hacer seguimiento a la gestión pública, elementos que indudablemente el régimen quiere eludir y evitar.
Estas actitudes hacen prever un año 2017 más dramático que el actual y estaremos en presencia de un saqueo incontrolable mayor a los ya cometidos por las bandas en el poder, cuyas magnitudes harán avergonzar al histórico pirata Morgan. El llamado ahora es a la conciencia de cada venezolano porque es urgente ponerle fin a esta locura que no nos permite vivir, y vivir, como dice Víctor Frankl “significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a las cuestiones que la existencia nos plantea”.