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En Venezuela existe la presunción de inocencia. Para que un venezolano sea acusado debe ser investigado. En eso estamos de acuerdo. En lo que no coincidimos es que en este país, casos de corrupción o hasta de narcotráfico, no sean aclarados y queden para la especulación. Si algo le ha hecho daño a este país es la actitud indolente del Gobierno que raya en acciones complacientes y de complicidad.
Es inconcebible que la justicia venezolana se haga de la vista gorda ante una nueva denuncia por delitos internacionales. Hablamos de las que implican a dos jóvenes venezolanos retenidos en Haití con posesión de una gran cantidad de narcóticos. El hecho es escandaloso, tanto por el silencio del Gobierno, como por la osada repuesta de quienes amparándose en la inmunidad que les otorga su pasaporte diplomático, aseguran ser parte de la familia presidencial venezolana y solicitan un salvoconducto.
Este Gobierno es irresponsable. Con este y muchos otros temas tiene al país sumido en la desinformación. ¿Será que no conoce el Presidente este caso? Queremos saber: ¿Son o no familiares de la primera dama? ¿Cómo tienen pasaportes diplomáticos? Y si se trató de un procedimiento irregular, como quieren hacer ver ¿Cómo es que no se les está protegiendo? Lo menos que se puede hacer es investigar porque la excusa de que es un ataque del imperio, está agotada.
Solo durante el último año de mandato de Nicolás Maduro han pretendido denunciar cinco supuestos “ataques del imperio” que han pasado por debajo de la mesa. Los casos van desde la detención de una magistrada venezolana junto a solicitados por narcotráfico, hasta la investigación de varios altos funcionarios públicos por la sospecha de tráfico de cocaína y lavado de dinero.
En cualquier país del mundo, el Parlamento debería ser el primero en pronunciarse. Pero en el nuestro, la mayoría de los diputados están subordinados al partido oficial, por ende callados. Esto es lo que queremos cambiar.
Los venezolanos estamos cansados de ver cómo las desastrosas políticas y el descarado robo de funcionarios de esta revolución, han provocado una crisis de proporciones gigantescas. También de que mientras a nivel internacional se abren investigaciones, aquí tenemos una Asamblea cómplice.
Venezuela es un gran país que no se merece este Gobierno. El anhelo de cambio se siente en la calle y nosotros con nuestro trabajo seguiremos la lucha democrática, para que el Parlamento sea un órgano que controle al Gobierno. Lo bueno viene ya.