Escenarios 2016 (II)

El 6-D pudiera representar una nueva oportunidad para que esta institución democrática ocupe el rol al que está llamada

La AN puede convertirse en lo que por naturaleza debe ser, un espacio en el que se haga política. Lamentablemente el desequilibrio de los Poderes Públicos la convirtió en un coliseo de retaliaciones y discursos sin audiencia, en el que la minoría parlamentaria (aunque representante de la mayoría electoral al momento de ser electa) no encontró mecanismos constitucionales en los cuales ampararse. Así, la AN continúa en la larga lista de instituciones que no cumple su rol fundamental.

El 6-D pudiera representar una nueva oportunidad para que esta institución democrática ocupe el rol al que está llamada. Su espacio no solo serviría para buscar acuerdos entre el oficialismo y la oposición, sino que también pudiera ser un canal a través del cual las ya no monolíticas fuerzas del oficialismo construyan una camino propio que les dé viabilidad en una coyuntura que parece cerrarles toda posibilidad de futuro. 

Lo anterior no es un ejercicio de fe, ni un salto al vacío de la hasta ahora etérea reconciliación. La política es cálculo de fuerzas, quien pueda imponer su posición sin mayor resistencia lo intentará hacer, mientras que quien estime que sus fuerzas no son suficientes para hacer valer su posición se sentará en la mesa de negociación. Sin embargo, el contexto económico y social está reconfigurando la relación de fuerzas, y esto sin duda obliga a replantear la estrategia de imposición por una de negociación.

De esta manera, dentro del oficialismo debería haber actores que estén observando el 6-D como un momento para tomar un nuevo pulso de la situación política, y sobre esta base plantear la necesidad de establecer espacios de negociación. Desde el lado de la oposición lo mismo debería ocurrir, evitar la tentación de valorar más de la cuenta la fuerza coyuntural que pudiera tener (mas por castigo al Gobierno que por identificación), y utilizar el momento para establecer canales a través de los cuales dar viabilidad a actores políticos del oficialismo que pudieran sentirse arrinconados. 

Un escenario posible es entonces la AN como espacio político, no por una retórica en torno a la reconciliación, sino por necesidad de actores que sin tener la fuerza suficiente para imponerse entiendan que deben sentarse a buscar acuerdos. La presión social que vendrá desde más allá de las paredes del antiguo Congreso será cada vez mayor, con una situación económica agravándose en tanto no se apliquen los correctivos necesarios.

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