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Un testarazo de Gerard Piqué a tres minutos del final condujo a España a un estreno con triunfo sufrido (1-0) en el estadio Toulouse, ante una República Checa en que se armó en defensa y construyó un muro ante el que la Roja se armó de paciencia para comenzar un gran torneo con triunfo ocho años después.
España nunca había ganado el partido inaugural de una competición grande con Del Bosque al frente, y estuvo a punto de volver a hacerlo si no es por Andrés Iniesta y Piqué, justo el jugador que más debate levantó en la fase de clasificación, se disfrazó de salvador y recordó con la mirada perdida a la grada de Toulouse todo lo vivido.
Muro checo
El partido presentó el planteamiento esperado, uno de esos sistemas que ponen a prueba la paciencia de la Roja. La República Checa juntó sus líneas, defendió en 20 metros, entregó el balón y, cuando lo tuvo, pobló una zona donde entendió que podía hacer daño. Siempre tuvo superioridad a la espalda de Sergio Busquets.
Los checos levantaron un muro que iba a ser difícil de derribar, más aún con un guardián como Petr Cech, quien brilló al cuarto de hora, cuando un chispazo de David Silva inventó el pase medido a Álvaro Morata. Este llegó en carrera, impulsado y con todo para marcar, pero le salió centrado su derechazo al cuerpo del meta.
Factor Iniesta
Pasaban los minutos y aumentaba el nerviosismo. Las ocasiones llegaban pero faltaba el remate, la décima de segundo de pausa para definir. La tuvo Jordi Alba, totalmente solo tras un pase perfecto de Silva. Y Thiago Alcantara, que entró por Cesc Fàbregas, tardó en rematar la asistencia de Nolito.
En área checa moría el partido cuando uno de los innumerables intentos de Iniesta, su centro con guante de seda, encontró la subida al ataque de Piqué, quien cabeceó a la red. El jugador que fue silbado por su propia afición en el último año en estadios españoles se convertió en el salvador a tres minutos del final.