Esperanza y determinación

 

Elijo dos palabras para labrar el 2018. La primera, es esperanza. La segunda es determinación. Deseo a todos ustedes que la vida siga palpitando con latidos esperanzadores y con pasos determinados para lograr en este 2018 los sueños que con amor Dios nos entrega. Les obsequio mis deseos por una Venezuela con esperanza y determinación. Renuncio  ante las manos  cerradas de quienes se colman solo de dudas y miedo, les abro las mías

Existen hermosas tradiciones que la humanidad ha acuñado a lo largo de la historia de sus pueblos cuando se cumple la vida de un año y se inicia otro, comúnmente para abrir las puertas del futuro con nuevas intenciones y proyectos renovadores. Nos encontramos en el umbral del 2018 y es válida la inquietud que genera su llegada y qué nos depara.  

Elijo dos palabras para labrar el 2018. La primera, esperanza. Quizás se piense que está agotada para Venezuela; suponerlo es ignorar su verdadero significado. Más allá de considerarla una de las tres virtudes teologales para la vida cristiana, la esperanza adquiere su mayor significado ante momentos oscuros, con dimensiones que se abren para nosotros cuando los problemas acechan. La esperanza adquiere vigor en las dificultades. Ese hilo fuerte que no se rompe con las adversidades y que nos une a la vida y su continua evolución. Así que elijo esperanza para nuestras familias y hogares.

La segunda palabra a elegir es determinación. Cercana a la gallardía en momentos de problemas, muy próxima a la autoestima personal, a la tenacidad y al ímpetu mismo. La determinación nos toca en el borde de la terquedad y se expresa posiblemente en una frase recientemente popularizada: insistir, persistir y nunca desistir. No existen definiciones que alcancen a labrar la forma concreta de la determinación, pero es indudable que distingue a quienes avanzan más allá de las curvas de los caminos y las caídas de los viajeros. Opto definitivamente por la determinación.

Les obsequio mis deseos por una Venezuela con esperanza y determinación. Renuncio  ante las manos cerradas de quienes se colman solo de dudas y miedo, les abro las mías.  Les muestro estas dos palabras que decido empuñar para el 2018. Salgo con el corazón lleno de ellas para retomar el  trabajo en la Universidad del Zulia, desde mi espacio de aporte para hacer de las palabras elegidas, de nuevo semillas a sembrar en el campo de lo posible. Deseo a todos ustedes que la vida siga palpitando con latidos esperanzadores y con pasos determinados para lograr en este 2018 los sueños que con amor Dios nos entrega. 

 

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